Luis Bárcenas no convence. Quizá su supuesta nueva actitud de colaboración con la justicia no resulta creíble y por eso la Fiscalía Anticorrupción mantiene su petición de cinco años de prisión para el extesorero del PP. O quizá es una reacción inevitable a la desilusión que ha supuesto que sus famosísimos papeles no hayan resultado ser tan jugosos como nos había hecho creer. Que nos alegramos de que la presunta corrupción política no sea tal y el sistema no esté tan podrido y todo eso, pero es que esperábamos un escándalo de los buenos. Con las ilusiones ajenas no se juega.