A Marruecos le sigue escociendo que España haya acogido al líder del Frente Polisario. La situación, lejos de ir a mejor, aumenta en tensión y lo que empezó como una crítica pública ahora es un aviso de “consecuencias”. A las autoridades marroquíes no les sirve la excusa de las razones humanitarias para dar tratamiento médico a Brahim Ghali, sobre todo cuando se cree que entró en el país con una identidad falsa que Marruecos considera que el Gobierno habría dado por buena precisamente para ocultar su presencia. Vamos, que les duele que cuidemos de su enemigo, pero aún más que los tomemos por tontos.