El secretismo con el que se llevan a cabo muchas de las investigaciones policiales, sobre todo en operaciones antidroga, provoca que ni tan siquiera entre las diferentes fuerzas de seguridad no se pasen información ni den cuenta de los pasos que dan, lo que en ocasiones puede provocar que confluyan en un mismo punto las pesquisas o trabajos de campo que realizan distintos equipos. Esto es lo que sucedió en las últimas horas del pasado 21 de mayo en el entorno del lugar pobrense de A Mirandela, en donde un coche camuflado de la Guardia Civil le cortó el paso a otro igual de la comisaría de Ribeira que, dentro de la operación “Rayo”, estaba persiguiendo a una furgoneta de la que se sospechaba que iba cargada con una cantidad significativa de cocaína, incluso bastante superior a los 1.117 gramos de esa sustancia que se incautó en los registros domiciliarios practicados dentro del referido dispositivo.
Según pudo saber este periódico, la citada actuación de los efectivos de la unidad judicial de la Policía Nacional se inició en el casco urbano de la ciudad cuando, fruto de las investigaciones que tenía en marcha y que por ahora se saldaron con 9 detenidos -tres de ellos ingresaron en prisión preventiva-, descubrió la referida furgoneta que levantó sus sospechas, entre otras cosas porque delante de la misma, a una cierta distancia, iba un vehículo lanzadera, un Citroën Xsara, y decidió seguirla de la manera más discreta posible. La primera parte de la persecución les llevó hasta la zona de O Campiño, en donde el coche lanzadera y la furgoneta giraron a la izquierda para ir en dirección hacia A Mirandela.
Al llegar a la altura de una propiedad privada vallada en el entorno de ese último lugar, el Citroën Xsara continuó la marcha, pero la furgoneta se metió a través del hueco de un portalón en el referido inmueble. En ese momento, los agentes de la comisaría de la capital barbanzana trataron de aproximarse a dicho domicilio, posiblemente con la intención de hacer una geolocalización con GPS para tenerlo en cuenta dentro de sus pesquisas. Según relató un testigo, cuando los policías nacionales estaban realizando esa maniobra de acercamiento les cortó el paso o les interceptó otro coche, que resultó de ser uno de camuflaje de la Guardia Civil, y se produjo un momento de tensión, pues unos no sabían quienes eran los otros, ni el motivo por el que estaban allí, y viceversa. Esa situación remató cuando los efectivos de ambas unidades se identificaron y se informaron de que desarrollaban operaciones antidroga. Se marcharon de allí en lo que podría entenderse como un gesto de que, por cuestiones de competencias territoriales, la Policía Nacional dejaba de seguir esa línea de investigación, y lo dejaba en manos de lo que pudiera estar haciendo la Benemérita, evitando entorpecer su labor y que los sospechosos se dieran cuenta.
El referido testigo pudo apreciar que el coche de los policías nacionales se empezó a alejar, pero no se fue del todo, pues se detuvo durante un rato a una cierta distancia, en un punto desde el que posiblemente observó como el coche lanzadera regresó sobre sus pasos y se metió en la propiedad privada a la que había accedido la furgoneta.