Ribadumia conmemoró ayer el bicentenario de la construcción de la iglesia de Santa Baia; lugar de culto, pero también un importante punto de reunión y transcurrir de la vida cotidiana de sus vecinos que ayer se congregaron en torno a un programa de homenajes y convivencia que también quería poner en valor este carácter social del conjunto monumental. La primera, de estilo románico, dicen los documentos que entró en decadencia hasta caer en ruina y tener que tapiarla. En el entorno aún se pueden encontrar piedras reutilizadas en algunas construcciones y bueno, sobre sus paredes laterales se levantó el nuevo templo, cuya construcción comenzó a finales del siglo XVIII y se terminó cerca de 1840, aunque fue consagrada para el culto en 1821 y así figura en la placa conmemorativa que se descubrió ayer.
Una iglesia que “pagaron os veciños e hai documentos que así o atestiguan”, indica el historiador local Hernando Martínez Chantada, que ha sido el encargado de investigar y elaborar un pequeño libro conmemorativo de 50 páginas sobre su historia, con fotografías incluidas, que ayer recibieron todos los asistentes. “E case houbo que obrigar á xente a facelo”, señala. Y es que estamos hablando de una época de grandes cambios, con la transición entre el Antiguo y el Nuevo Régimen, con la puesta en duda de la legitimidad de la Iglesia para el cobro de diezmos y la luctuosa y el fin después del pago de tributos y privilegios a señores y clérigos.
Aún así, el exprofesor, que ha estado meses buceando en los archivos parroquiales, señala que después de su inauguración se siguió entregando dinero. Un total de 3.530 reales aportaron los feligreses en 1837 y antes habían hecho lo propio en la cantidad de 19.000 reales. De hecho, Martínez reclama su consideración también como monumento patrimonial y lugar de la vida social y cultural de la parroquia. “ A parroquia tiña un sentido social e xunto coa praza, o atrio, o cemiterio... Non hai no Salnés un conxunto monumental tan solemne nunha zona rural, con diferentes estilos arquitectónicos. Únicamente quizáis o Mosteiro da Armenteira e é importante que os veciños o saiban, o aprecien e o ensinen as futuras xeracións”. Y para gestionar este patrimonio en aquellos tiempos iniciales estaba el “fabriqueiro”, una figura habitual para la gestión de los bienes y el mantenimiento del templo, “fábrica da igrexa”: “O cura vivía na rectoral e servía pero quen dispoñía era esta persoa elexida polos veciños cada dous anos e que ademáis encargábase dos enterramentos, do mantemento, etc.”.
La jornada festiva estuvo marcada por las restricciones sanitarias, pero hasta el cura párroco, Don Dositeo, acudió a la cita y a pesar de que sus 100 años le han dado algunos problemas de saluda en los últimos días. Llevaba un discurso preparado, pero finalmente decidió tirar de corazón y no de papel, con esa naturalidad y energía que le caracterizan.
Antes hubo una misa oficiada por el arcipreste de O Salnés y también se realizaron varios homenajes, ofreciendo un momento también muy significativo con la reunión de dos histórico rivales políticos en Ribadumia: el exalcalde ribadumiense José Ramón “Nené” Barral y el expresidente provincial Rafael Louzán, con un pasado compartido, pero marcado por un sabido enfrentamiento. Desde luego, si aún existen diferencias, ayer las dejaron aparcadas para cumplir con sus convecinos.
El Consello Parroquial acordó reconocer su labor y atención al conjunto monumental durante sus años al mando de ambas administraciones y les entregaron una placa y un diploma como agradecimiento. Además, los dos son vecinos de esta parroquia.
No faltó tampoco representación de la actual Corporación municipal con el alcalde David Castro al frente. De hecho, el Ayuntamiento aportó su granito de arena a esta celebración del bicentenario con la plantación de un olivo, el árbol de la paz Y para terminar, todos los asistentes disfrutaron de una rosca con vino en el entorno, en compañía de un grupo musical, disfrutando a la sombra de su iglesia y de 200 años de historia.