El Muíño da Seca ha sufrido un grave “atentado” que el Concello ha denunciado ya ante la Guardia Civil. Una enorme y colorida pintura degrada, quizás con algunas marcas ya para siempre, los deteriorados muros de granito que se levantaron hacia 1622. Ni el gobierno local ni los expertos en conservación se explican el quién y el porqué de semejante ataque al conjunto.
El concejal Xurxo Charlín y el técnico municipal de Patrimonio, Javier Montero, comparecían ayer en el lugar, entre la incredulidad y la desolación. No saben si la obra es fruto del desconocimiento o de la temeridad, porque cuesta entender que alguien se ensañase de tal forma con uno de los cuatro monumentos declarados como tales en Cambados, junto a Fefiñáns, la torre de San Sadurniño y las ruinas de Santa Mariña. Un molino que, con sus más de 400 años de historia, y para situarnos, nació al albor de la época barroca y es anterior a Vivaldi.
Por su historia y por sus singularidades, lo protegen estrictas leyes sobre el patrimonio y el propio Código Penal que, de dar con el o los responsables de la pintada, pueden terminar enfrentándose a penas de entre uno y tres años de prisión y multas considerables, de un mínimo de 6.000 euros y un máximo de 150.000. Y eso sin contar la responsabilidad por la restauración.
El técnico patrimonial señalaba justamente eso, que quien haya realizado la pintada “pode meterse nun lío bastante importante”. “Non sei se o fan porque non saben, ou sábeno e arríscanse”, valoraba ayer Montero, que alerta de que “algo está pasando coa xente moza, que está traspasando esa barreira, a de agredir monumentos de esta importancia”.
Charlín indicó que la limpieza no será ni sencilla, ni inmediata, ni barata. Al ser un monumento, hay que pedir permiso a Patrimonio. Autorizada la labor, no vale “chegar cunha mangueira” o cualquier producto. Hace falta contratar a un restaurador; ya se está en contacto con uno. Este profesional deberá hacer un minucioso trabajo para retirar los pigmentos, causando el mínimo daño posible al ya erosionado y frágil granito. Asumen que quedarán marcas de este episodio y que el trabajo será laborioso y de coste elevado, para todos los cambadeses.
Por ello, cobra fuerza la idea que el gobierno local ya había valorado y planteado en la comisión local de patrimonio: Hacer labor de concienciación de la riqueza patrimonial y la importancia del respeto a estas estructuras, entre los más jóvenes. Se diseñarán actividades para ellos, también en colegios.
Entretanto, Charlín incluso hace un llamamiento a quienes tengan inquietudes por el
arte urbano: Si alguien quiere plasmar sus creaciones en la calle, solo debe pedirlo al Concello que, como ya ha hecho en la Avenida de Vilagarcía, ofrece espacios urbanos y muros disponibles a los que sí les hace falta pintura o mejoras estéticas compatibles con gratifis y otros dibujos. El Ayuntamiento incluso les pone la pintura. Así que solo hay que pedirlo y actuar donde se autoriza. Así de sencillo.
El del molino de A Seca no es, ni de lejos, el único episodio de pintura sobre el patrimonio cambadés, aunque quizás sí es el más grave —y de mayores dimensiones— hasta la fecha. Anteriormente ya fueron objetivo del vandalismo la iglesia de A Pastora y la de San Benito en Fefiñáns e incluso el paseo litoral de A Seca había sufrido diversos atentados contra el mobiliario público. “Pero isto, xa...” se lamentaba ayer Charlín.
El Concello tiende la mano a quienes quieran plasmar su arte en espacios acotados a tal fin, pero el acto en A Seca se perseguirá con todas las consecuencias, dada su “gravidade” y, de hecho, hacen un llamamiento a la colaboración vecinal: Si alguien vio algo extraño entre el viernes y el lunes en la zona y puede aportar pistas, puede contactar con la Guardia Civil de Cambados.