Lo bueno si breve, dos veces bueno. Esta máxima de Baltasar Gracián hace más de cuatro siglos está de plena actualidad, sobre todo si hay políticos de por medio. Y es que los discursos iniciales, las réplicas, las alusiones y demás tomas de la palabra hacen que los plenos se eternicen en una redundancia que a nada lleva, pese a que se traten asuntos de tanta relevancia como el PXOM de O Grove.