Antonina Romanova y Oleksandr Zhuhan, alias Mapache, son dos de los centenares, quizá miles, de ucranianos LGBTQ+ que han tomado las armas para defender su país y sus derechos del invasor ruso, al que combaten en la ciudad asediada de Bajmut, el frente más caliente de la guerra de Ucrania.
“Nuestro trabajo es lanzar bombas con baterías de mortero a los soldados rusos que atacan nuestro territorio e intentan avanzar”, dice a Efe por teléfono Antonina Romanova, que es pareja de Zhuhan, se identifica como persona no binaria y utiliza los pronombres femeninos para referirse a ella misma.
“Nuestro trabajo es lanzar bombas con baterías de mortero a los soldados rusos que atacan nuestro territorio e intentan avanzar”
“Se ha convertido en nuestra realidad cotidiana”, dice sobre la tarea que el ejército ucraniano les tiene asignada desde finales del mes de enero, cuando se presentaron como voluntarios para defender las posiciones ucranianas en una de las batallas más duras de esta guerra.
Romanova y Zhuhan se alistaron a las Fuerzas de Defensa Territorial de su país justo después de que Rusia comenzara su invasión a gran escala el 24 de febrero del año pasado. “Podíamos escondernos, huir a otra ciudad o tomar las armas, y enseguida tuvimos claro qué era lo correcto”, cuenta Romanova.
“Nunca nos habríamos perdonado hacer otra cosa”, continúa esta antigua directora de teatro para la que haberse marchado de Kiev, donde vivía con su marido, habría sido una segunda huida, después de que en 2014 saliera de su Crimea natal tras la anexión rusa de la península.
Defender su país del invasor fue su primera motivación al empuñar las armas, pero tanto Romanova como Zhuhan son conscientes, como integrantes de la comunidad LGBTQ+, de que personas como ellas no tendrían lugar en un modelo de sociedad como el de Rusia, a la que han combatido también en el sur (Jersón) y el noreste (Járkov).
Moscú ha hecho de la hostilidad hacia las minorías sexuales una de las señas de identidad de su discurso hacia el exterior, y ha aprobado leyes que llevarían a la cárcel a esta pareja de profesionales del teatro y activistas LGBTQ+ convertidos en soldados.
“Es una de nuestras razones, pero no la prioridad”, insiste Romanova. “Rusia no es un país que respete los derechos humanos, pero nuestro primer motivo es proteger a nuestro país”, remacha la directora de teatro.
“Rusia no es un país que respete los derechos humanos, pero nuestro primer motivo es proteger a nuestro país”
Además de no carecer de experiencia militar cuando se alistaron, Romanova y Zhuhan temían sufrir el rechazo de otros soldados por su condición de personas LGBTQ+. “Antonina se define como persona no binaria y usa los pronombres femeninos; es lo que nos provocaba más inquietud”, recuerda Zhuhan.
Las reacciones en su unidad han sido positivas. “Cuanto más gente descubre qué es el género no binario y utiliza los pronombres correctos más fácil resulta”, dice Romanova, que afirma no haber sido víctima de ningún tipo de abusos y destaca la evolución positiva en este sentido del ejército ucraniano en los últimos años.
Aunque la situación está lejos de ser idílica, y otros soldados LGBTQ+ sufren abusos en el ejército, la movilización masiva ante la invasión, en la que ha participado esta comunidad, está contribuyendo a hacer más visibles a las minorías sexuales en el ámbito militar, señala Zhuhan.
A esta visibilidad contribuye el emblema utilizado por los soldados que se identifican abiertamente como integrantes de la comunidad LGBTQ+. “Elegimos el unicornio porque es un animal fantástico, que no existe, y mucha gente hasta hace poco estaba convencida de que no existían personas LGBTQ+ en el ejército”, dice Zhuhan.
La presencia de “centenares, o tal vez miles” de soldados con el parche del unicornio en el uniforme disparando y recibiendo fuego de artillería junto a sus compañeros hombres y mujeres heterosexuales ayuda a eliminar estereotipos que asocian a las minorías sexuales a la debilidad y la falta de valor.
“Cuanta más personas LGBTQ+ haya combatiendo, más tolerante será no solo el ejército, sino también la sociedad ucraniana”, concluye Zhuhan.
“Cuanta más personas LGBTQ+ haya combatiendo, más tolerante será no solo el ejército, sino también la sociedad ucraniana”