“La guerra no debe detenerse”, consideró ayer el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, al cumplirse tres meses de implacable ofensiva militar contra Hamás, a pesar de las crecientes críticas internacionales por la crisis humanitaria sin precedentes en la Franja de Gaza. “Hace tres meses Hamás cometió una terrible masacre contra nosotros”, dijo Netanyahu, haciendo referencia al ataque del 7 de octubre por parte del grupo islamista.
“Mi Gobierno ordenó a las Fuerzas de Defensa de Israel que fueran a la guerra para eliminar a Hamás, liberar a nuestros rehenes y garantizar que Gaza nunca más vuelva a ser una amenaza”, añadió el mandatario. La contundente ofensiva militar que Israel realiza sobre el enclave palestino dejó hasta ayer casi 23.000 muertos y más de 58.000 heridos, así como dos millones de desplazados (casi la totalidad de la población gazatí), que viven en medio de una crisis humanitaria sin precedentes, en medio del colapso de los hospitales, el brote de epidemias, y la escasez de agua potable, alimento, medicinas y electricidad.
Más allá de la presión internacional, muchos ciudadanos israelíes también demandan un cese el fuego a través de protestas en las que exigen el rescate de los 107 rehenes con vida que siguen estando secuestrados en Gaza. En total, 110 rehenes fueron liberados con vida, la mayoría de ellos a finales de noviembre durante una tregua que permitió su intercambio por 240 palestinos presos en cárceles israelíes.
Otro tema espinoso es el futuro de Gaza: Netanyahu rechaza que la Autoridad Nacional Palestina, que controla partes reducidas de Cisjordania, tenga injerencia en el enclave, a pesar de que esa es la perspectiva estadounidense.
Incluso, el ala de derecha más radical de su Gobierno aboga por impulsar la “emigración” de los gazatíes a otros países y que Israel retome la política de asentamientos de colonos en el enclave, que desmanteló en 2005. Varios analistas consideran que estas medidas provocarán la salida del Gobierno de los socios de ultraderecha de Netanyahu, mientras aumentan las manifestaciones que exigen nuevas elecciones.
De hecho, varios funcionarios estadounidenses mostraron ayer su preocupación ante la posibilidad de que Netanyahu pueda llevar la guerra a Líbano por pura supervivencia política, según informó el ‘Washington Post’. Según los funcionarios, Hizbulá quiere evitar una escalada y el líder del grupo, Hasan Nasrallah, está tratando de mantenerse alejado de una guerra más amplia. EEUU teme que un conflicto a gran escala entre Israel y Hizbulá supere el derramamiento de sangre de la guerra que mantuvieron en 2006 porque esta milicia libanesa está mucho mejor armada y es más grande que Hamás.