Doce de noviembre de 2024. Esa fecha, que es la de ayer, quedará grabada para el recuerdo de los vecinos del céntrico barrio residencial de Abesadas, en Ribeira, y de una manera especial para los que habitan o tienen sus negocios en la Rúa Xosé Ramón Fernández Barreiro. En este día se llevó a cabo el desalojo judicial de los okupas de los dos bloques de viviendas del edificio situado en el número 3 y que llevaban demandando y anhelando desde hace un lustro. Tal es así que algunos residentes y empresarios ya comentaban que ese día debían celebrarlo a partir de ahora incluso más que un cumpleaños, pues para la gran mayoría “esto é volver a vivir despois de padecer unha auténtica tortura”. Alguno incluso quiso ir un paso más allá y planteó que habría que proponerle al Ayuntamiento el cambio del nombre de la calle por la referida fecha del calendario, “pois é moito o que hai que celebrar”.
Tal y como estaba previsto, desde casi la primera luz del día se empezó a desplegar un amplio operativo policial para que, a partir de las nueve y media de la mañana se pudiera ejecutar la orden judicial de desalojo forzoso de los okupas. Lo cierto es que desde que hace un par de semanas se tuvo conocimiento de la decisión del titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 1 de Ribeira, Alfonso Zarzalejos, de realizar el lanzamiento de esas personas que indiciariamente ocupaban de manera ilegal ese edificio de pisos, varios de esos individuos se fueron marchando, y fue sobre todo este pasado fin de semana y el lunes cuando se vio un ir y venir de ellos para sacar sus pertenencias e incluso, tal y como apuntó algún vecino, objetos que parecían sacados de los botines de robos perpetrados en la localidad y su entorno. Poco antes de la hora marcada, fueron los cuatro últimos okupas -dos hombres y dos mujeres- que aún permanecían en el inmueble los que lo abandonaron sin que se produjera altercado alguno, más allá de algún grito de alguno de ellos para quejarse de que lo echaban de su piso.
En el exterior, ya había una veintena de efectivos del grupo de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de Santiago -finalmente no pudieron acudir sus compañeros de la UIP o antidisturbios, al encontrarse en labores humanitarias en localidades de Valencia que se vieron afectadas por la DANA-, pero también cuatro patrullas de seguridad ciudadana de la comisaría ribeirense, junto con efectivos de sus unidades judicial y científica, así como varios mandos superiores, con el comisario Diego Amaya al frente, además de agentes de la Policía Local, y la dotación de guardia del Grupo de Atención ás Emerxencias Municipal (GAEM).
Pasaban un par de minutos de las diez menos veinte de la mañana cuando, los integrantes de la UPR, cubiertos con casco y protegidos con escudos antidisturbios entraron al grito de “Policía” en el bloque 2 con un mazo, un martillo y unas tenazas, que usaron en varias ocasiones para echar alguna puerta abajo, al igual que hicieron poco menos de una hora después en el bloque 1. Accedieron a ambos junto con la comitiva judicial -levantó acta del desalojo-, de la que formaban parte dos funcionarias del mencionado juzgado, agentes de las unidades judicial y científica de la comisaría, un apoderado de la Sareb (Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria) y su procurador, todos ellos equipados con EPI para protegerse de la insalubridad del interior del edificio, comprobaron que no quedaba nadie dentro.
A partir de ese momento, la Sareb tomó posesión efectiva del edificio que había estado ocupado ilegalmente en los últimos cinco años. Tras esa operación, la compañía accedió al interior del inmueble para, en primer lugar, proceder a evaluar el estado del activo y acometer las labores de limpieza y desinfección que serán necesarias para garantizar la salubridad, y que se espera acometer a partir de la próxima semana. Igualmente, se desplegó un dispositivo de medidas de seguridad para evitar que vuelva a ser ocupado, y que consistieron en el tapiado de las dos puertas de entrada a los dos bloques de viviendas, otra más pequeña y una en la parte posterior con bloques de hormigón, y alguna viga del mismo material como refuerzo, además de que en los dos accesos principales que dan a la Rúa Xosé Ramón Fernández Barreiro se instalaron puertas de hierro especiales antiocupación, mientras que las ventanas fueron protegidas con malla de acero. La Sareb recordó que este procedimiento de lanzamiento fue coordinado por las autoridades judiciales, después de que no se detectase ningún tipo de vulnerabilidad entre los ocupantes. De igual modo, esta sociedad lamentó “la situación que han vivido en estos años los vecinos y confía en que, tras este desalojo, el vecindario recupere la tranquilidad y la buena convivencia”.
El juez autoriza el desalojo cautelar de todas los okupas de ese edificio ya que considera que existen indicios suficientes para considerar que los denunciados usurparon las referidas viviendas y que moran en ellas sin título alguno y en contra de la voluntad de su actual propietaria y denunciante. Además, sostiene que existe serio peligro para los bienes jurídicos de la perjudicada, que acreditó su titularidad y que se manifestó contraria a la tolerancia y su voluntad contraria a la ocupación por parte de los indiciariamente usurpadores. También ordenó a los denunciados que fueron identificados a que recojan todas sus pertenencias y abandonen el inmueble antes de las 9.30 horas, pues de no hacerlo “serán lanzados utilizando la fuerza mínima indispensable para ello”.
El alcalde ribeirense, Luis Pérez, fue uno de los primeros en reaccionar tras completarse el desalojo y expresó su satisfacción de que el operativo desplegado ayer en la ciudad para hacer efectiva esa medida en el barrio de Abesadas se desarrollase “con normalidade, con bo pé” y que las personas que aún quedaban dentro “foron desaloxadas polo seu propio pé, sen ningún tipo de resistencia”. Recordó que el Ayuntamiento estuvo haciendo todo el trabajo previo para que se llevase a cabo el desalojo “na maior brevidade posible”, precisando que en los últimos meses estuvieron recopilando los informes de Servizos Sociais que acreditaron que no había situación alguna de vulnerabilidad y que, por tanto no había impedimento para dicho desalojo, “e tamén todos os informes policiais, conforme aquí se estaban a producir altercados de maneira constante, con actos violentos, inseguridades para a veciñanza", dijo el primer edil.
Pérez Barral manifestyó que "hoxe, o barrio de Abesadas recupera un clima de cordialidade e convivencia que nunca tivo que perder”. De igual modo, tal y como ya apuntó este periódico hace un par de semanas, el primer edil dijo que la Policía Local está intensificando la vigilancia para evitar otras ocupaciones, aunque manifestó que las tareas de seguridad ciudadana corresponden a la Policía Nacional. E hizo un llamamiento a los ribeirenses para que si detectan algún caso de ocupación de viviendas que lo denuncien en las primeras horas, que son claves para prevenirlas.
Vicente Mariño, primer teniente de alcalde y concejal de Servizos Sociais, expresó su alegría de que en el plazo de un año “hemos resuelto un problema muy importante que llevaba enquistado 5 años”, pero añadió que “somos conscientes de que en Ribeira hay otros puntos de ocupación, pero seguiremos trabajando en esa misma línea con esos otros lugares conflictivos que existen en el municipio”. Recordó que les dieron un plazo para que se pasaran por el departamento de Serviozos Sociais para que se pudieran atender sus situaciones de vulnerabilidad en caso de que así fuese, pero que sólo se presentó una personas, "a la que ya tenemos realojada", y precisó que los demás "ni han participado nada, ni han pedido ayuda, por loque nosotros nos desentendemos de eso". Agregó que su departamento está para ayudar a los vecinos, pero que deben ser ellos los que se acerquen a sus dependencias para soliciotar esa ayuda.
La alegría que tenían todos al fructificar el desalojo, y que se saldase sin contratiempos, estuvo a punto de truncarse horas después de darse por rematado. Ocurrió en torno a las cuatro y media de la tarde cuando los obreros que trabajaban en el tapiado del edificio alertaron de la presencia de varios de los okupas merodeando por el lugar con apariencia de querer volver a meterse en el inmueble. Por ese motivo, al lugar acudieron tres policías locales y otros dos agentes de la comisaría en sus respectoivos cochers patrulla y, una vez en el sitio, inspeccionaron la zona y los dos bloques de viviendas, pero no había nadie dentro. Uno de los okupas, que a las tres de la madrugada de ayer despertó a los vecinos con sus gritos en una discusión con otro individuo en la calle, permaneció todo el día frente al edificio, siguiendo la intervención policial y los trabajos de los obreros, quejándose de que no le habían dejado sacar sus pertenencias, ya uqe se había confundido pues tenía mal la fecha en el teléfono móvil, que le llevó a creer que ayer aún era 11 de noviembre, aunque en el display de su terminal figuraba la fecha 9 de diciembre de 2024. También manifestó que el tapiado que se estaba poniendo al edificio que estuvo ocupando en los últyiomos cinco años para él “é palla”, dando a entender que podría echarlo abajo si quisiera.