De momento, Cambados se quedará con la ganas de saber si el resto hallado en la calle San Benito formaba parte de uno de los arcos desaparecidos de Fefiñáns. El Concello no realizará ninguna excavación al constatarse que era una piedra suelta y movida de su ubicación original, no aparecer nada más en el ámbito y no entrar en conflicto con la apertura de la zanja que la destapó, para instalar una tubería de pluviales. Así lo explicó el concejal de Patrimonio, Liso González, indicando que se ha catalogado y se cubrirá.
No obstante, todo el mundo está prácticamente convencido de que ese elemento constructivo, como ha sido definido en el informe oficial, formaría parte de un arco. Uno de ellos es el historiador Sindo Mosteiro, que ha trabajado con el arqueólogo responsable de controlar este proyecto de reforma urbana de la plaza, como en el caso de la recuperación de la escalinata. Sería, junto al que había en la zona del bar Laya, el que, en 1842, se ordenó derribar. “Ten toda a pinta porque, aínda que está fóra do sitio, está na liña onde tiña que estar o arco. Hai oito ou nove anos houbo unhas obras de canalización aí mesmo e non miraron se había algo ou removeron”, lamentó.
Tanto él como su colega Maribel Iglesias, que ha estudiado con detenimiento la historia del conjunto patrimonial, cuyo primer constructor fue, en el siglo XVII, Gonzalo de Valladares, señalan que por ahí pasaba un acceso principal al importante mercado que la plaza acogió en su momento, desde la calle Carreiras –en clara referencia al paso de carros– y mucho antes de existir la Avenida de Vilagarcía, claramente moderna. Sin embargo, son lo de los que discrepan en si hubo tres o cuatro arcos; una antigua pugna que no ha pasado de las hipótesis pues, de momento, lo único documentado es que hubo tres –el tercero sigue en pie–. Eso sí, dejan el desempate a la nobleza, a la aparición de posibles, futuras pruebas, y no al ego.
La historiadora es de las que defiende el número mayor –por “estética, simetría e lóxica, mirando a praza”– y que el cuarto estaría en la Avenida de Vilagarcía. De hecho, recientemente publicó un libro con una teoría incluso controvertida, señalando que toda la explanada estaría cerrada con arcos, muros o murallas que tendría una función defensiva, algo parecido al Pazo de Oca.
En su defensa señala varias cuestiones como que el señor de Fefiñáns estuvo involucrado en batallas contra los turcos y que en ese siglo había ataques de los ingleses. Tanto es así que cree que los restos del muro aparecidos en Rianxeira, durante las mismas obras y que ahí sí obligaron a cambiar el trazado de la tubería, podrían ser parte de esa estructura. “Son demasiados anchos, dun metro de espesor, dignos naqueles tempos dun pazo ou unha igrexa. Para unha casa normal non se faría”, explica.
Mosteiro reconoce que el tamaño es impropio, pero le parece extraño por su forma y configuración y sospecha que sería el muro de cierre perimetral de la finca de la Casa de Pedrosa que “sabemos que se aproveitou para apoiar nel un alpendre que usaban os cesteiros”.
Fruto de su investigación, Iglesias concluye que tendría sentido ese cuarto arco o pasadizo para llevar a los señores directamente a la iglesia desde el pazo. Entre otras cosas, indica la “brusca” interrupción del muro de la casa señorial en ese punto, cuando Fefiñáns es todo un conjunto arquitectónico, y se pregunta porqué “se deixaría ese espazo?”, el cual se ocupó luego con una “casa excesivamente estreita”. La única solución factible que se le ocurre es que esté ocupando un espacio anterior.
Además de destacar que le parece fornida con una cimentación demasiado potente para una vivienda de ese tipo, refiere la aparición de unas molduras durante la recuperación de la escalinata de San Benito que son similares a otras existentes en la zona del arco puente y el muro del pazo.
Precisamente, Mosteiro estuvo en este descubrimiento y también discrepa aquí. Explica que en la excavación, además de estos, aparecieron otros materiales reaprovechados de diferentes épocas –esta escalera se suprimió en los 70– y le parece que más bien proceden de cómo era el templo antes de sus modificaciones, con una estética en sintonía con el resto de su entorno. Pero sobre todo, indica que la altura original “era máis baixa da que temos agora”, habiendo una diferencia como de dos metros con respecto al muro del pazo, lo cual la parece mucho para que hubiera una conexión con un arco o paso.
Y las obras no dejan de dar sorpresas. Ayer aparecieron nuevos restos de interés para saber cómo estaba configurada la plaza que, desde luego, como indicó Mosteiro, se ve que estaba perfectamente urbanizada desde hace mucho tiempo. En esta ocasión, fue un tramo de unos cuatros de metros de un desagüe, también junto a la casa de Rovira. No obstante, podrían ser muy antiguos o muy modernos, pues “este tipo de canalizacións se empregaron durante séculos e aínda nos anos 50” de nuestro siglo.
El historiador también lamentó que el Concello no haga por corregir algunas incongruencias o incertezas sobre la historia local que aparecen en folletos y webs oficiales. También que en 2018 no se siguiera exacavando en Rúa Real: “Foi unha oportunidade perdida”. Aparecieron unos muros que podrían ser del arco.