Cambados registró la pasada madrugada robos en una herboristería y en la guardería municipal y un intento en una mercería. El botín fue muy escaso, una cámara fotográfica y 120 euros, sobre todo en comparación con el quebradero de cabeza de las autónomas afectadas y del propio Concello, pues los daños materiales fueron cuantiosos: puertas forzadas, cristales rotos, mobiliario y una nevera dañada, el día de trabajo perdido....
La Guardia Civil ya ha recibido las correspondientes denuncias y los agentes recogieron pruebas en los lugares afectados, como en una de las tiendas, donde alguien se cortó y dejó un reguero de sangre. Los episodios se suman a los ocurridos la semana pasada y por los que se produjo una detención, pero crece la preocupación entre el comercio local, aunque el alcalde, Samuel Lago, quiso enviar un mensaje de tranquilidad, señalando que se trata de “un caso puntual” y que “non hai un aumento da delincuencia” ni “se trata dunha banda organizada”.
Sin embargo, su socio y concejal de Seguridade Cidadá, José Ramón Abal Varela, considera que se confirman sus continúas críticas como opositor en el anterior mandato: “Incidiamos moito no tema da seguridade e nos reafirmarmos, por iso é necesario instalar cámaras”. El propio pacto del cuatripartito recoge esta medida ya anunciada por sus antecesores y que espera “axilizar” y extender. En principio, serían dispositivos de control de tráfico en los principales accesos, pero “tamén hai que colocar no centro urbano –segundo digan a Garda Civil e a Policía Local– para que polo menos sirva para investigar roubos e con efecto disuasorio”, expuso Abal, quien propondrá la compra del equipo con fondos del Plan Concellos.
En la guardería dañaron una puerta exterior y la de un despacho y un congelador, y se llevaron una cámara de fotos. De A Pastora bajaron a la calle Curros Enríquez, donde la más afectada fue la Herboristería Hamamelis. Accedieron por una puerta lateral que está dentro del portal de las viviendas del edificio. Su propietaria, Sandra Oubiña, explicó que intentaron reventar la cerradura con algún tipo de herramienta, pero no fueron capaces y rompieron el cristal. Una vez dentro, arrancaron y se llevaron el cajón de la registradora, donde tenía unos 120 euros, mayormente en monedas, para dar cambio. Sospecha que tuvo que ser entre las seis y las siete y media de la madrugada, pues una vecina entró y salió en ese intervalo y se encontró el destrozó en el regreso.
Un escaso botín que “a mí me puede costar unos 2.000 euros en reparaciones y el día de trabajo perdido. Si un pequeño negocio como el mío, que malamente saca para vivir, tiene que poner una alarma, que me cuesta 50 euros al mes, un cristal blindado y más rejas... Al final la seguridad sale de mi bolsillo. Cierro la puerta y me voy a casa”, declaró Oubiña visiblemente molesta. Casualmente, un familiar hostelero es uno de los afectados de los casos de la semana pasada pero, por fortuna, la alarma de su bar de Fefiñáns saltó y espantó al ladrón, pero le parece “incomprensible” que “habiendo estos robos no haya Policía por la noche, y por el día yo tampoco los veo. Va a llegar el momento en que tendremos que contratar seguridad privada. Si no hay suficiente personal, que lo amplíen, impuestos pagamos”.
En Cambados, las guardias nocturnas solo se hacían los fines de semana y festivos; algo que se va a recuperar, según el gobierno, que está en negociación con los sindicatos, aunque hay un problema importante de falta de efectivos.
La autónoma señaló además la situación de “miedo” y refirió el caso de esa vecina que, casualmente, regresó al domicilio al poco de salir: “¿Y si se los llega e encontrar?”. Es posible que ella u otra persona que pasaba en ese momento espantara a los ladrones, porque en la Mercería Fíos, que está al lado de Hamamelis, “tenían la puerta prácticamente abierta después de romper la cerradura, pero ni entraron”, explicó su dueña, Pepa Carro, quien, al igual que Oubiña, destacó además de la pérdida patrimonial, “el susto que te meten”, así como el “desánimo” que producen estos episodios “a los negocios de barrio a los que ya nos cuesta mucho salir adelante".