Otra vez la anécdota: un voto erróneo en las filas populares salva la reforma laboral presentada por el Ejecutivo. El dedo y la luna. El tema e lo suficientemente importante como para que todo se reduzca a un señor que se equivocó.
¿No recuerdan que se llegó a un acuerdo entre las partes: patronal (que paga los salarios) y trabajadores (que pone precio a su sudor) con la firma del gobierno para dar fe de dicho acuerdo y garantizar su cumplimiento.
Lo importante es que ese acuerdo pone en marcha la llegada de los setenta mil millones de euros de los fondos europeos con lo que quienes votaron en contra –de manera especial los populares– tendrán que explicar a la ciudadanía el “no” a ese consenso social.
De eso se tenía que hablar y sobre eso escribir y no quedarse en el envoltorio del “pastel”. Y esos son los que nos tienen hasta los pelos con su presunción de patriotismo que solo llevan en una pulsera a la muñeca. Lo que Vidal Folch llama “patriotismo retórico que traduce en egoísmo partidista.
De esto se tenía que estar hablando en el trabajo, en la barra del bar, en el ascensor con los vecinos y colegas.
Y sobre esto tenía que manifestarse el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, en lugar de ponerse, otra vez, de perfil ante temas de vital interés.
Y es que de este acuerdo se beneficiarán más de un millón de currantes. Y es que este acuerdo lo apoya con su firma la patronal. Por cierto su presidente ya dijo que no entendía la postura oficial del Partido Popular.
Tampoco estará de más recordar la postura de alguno de los socios del gobierno por razones que nada tienen que ver con el asunto que se debatía. En Cataluña, por ejemplo, UGT y Comisiones Obreras ya le han pedido explicaciones a sus compañeros ideológicos pues no se deben mezclar churras con merinas como dice el refrán.
Hace falta mucha pedagogía para transitar en el mundo de la política ¡tantas veces lejana de los propios votantes que les alimentan!, pues hay asuntos que como la salud, los impuestos y la educación que son necesidades de todos y no pueden estar solamente junto a la bandera de unos pocos. Es el viejo dicho del dedo y la luna.