Las declaraciones de Aznar, con explicación que no parecía una rectificación han vuelto a remover las aguas populares en vísperas de unos comicios.Ciertamente, José María Aznar dixit, un partido que solo se ocupa de situar a los suyos no puede tener premia en las urnas.
La primera prueba será pronto y en Castilla y León. Por aquellos lares recordarán la campaña de Aznar, la ayuda de Mañueco padre capitaneando un requisa de fondos entre sus fieles y el paseo de maletines entre Valladolid y el Hostal de San Carlos, dando lugar a divertidas escenas.
Tampoco se olvidarán los leoneses de la manifestación más numerosas de su historia como respuesta al acuerdo de configurar la llamada región “castellano-leonesa”.
Por allí andaba un servidor de ustedes y aún recuerda los gritos de “León sin Castilla, que maravilla”. Y es que esa unión nace en un despacho de la UCD con Rodolfo Martin Villa capitaneando la UCD de la zona, pues era –confesó a los periodistas– la única posibilidad de que ganara la derecha.
Los paseos de Casado por el rural no hacen olvidar la desafortunada acción de los populares en las sesiones del parlamento europeo restando crédito al gobierno de España en vísperas de la llegada de los fondos que repartirá Europa. Bruselas ya advirtió a la tropa popular que apoya la reforma laboral del gobierno de Sánchez y los acuerdos entre los agentes sociales en materia laboral.
Y es que parece por lo menos curioso que unos acuerdos a tres bandas –no se conocía nada igual– reciba “palos” de todos los lados del hemiciclo. Afortunadamente hay barones dentro del PP y Esquerra entre los que apoyan al gobierno que encontraron esquinas para dificultar su aprobación. Los sindicatos de clase por su parte han mostrado su estupor ante esas reacciones.
Y es que si es cierto que mejora nuestra economía y los ricos son más ricos y se ve un luz al fondo del túnel de esta larga pandemia, que no se excluya a la clase trabajadora, a los menos favorecidos, a llevar una parte de esa bonanza.
No puede ser que siempre pierdan los mismos: con el PP en el Gobierno se nos dijo que el rescate financiero y la quiebra de las autopistas no supondrían ni un euro para los ciudadanos (sic) y ahora, haciendo las cuentas nos enteramos que todo eso costó más de treinta y cinco mil millones de euros