Los rótulos y escaparates de los comercios –también los anuncios en los medios– son la imagen que una tienda ofrece al exterior para captar la atención y el interés de posibles clientes. Su función principal es comunicar de manera clara y atractiva la esencia del negocio, su identidad, los productos o servicios que ofrece persuadiendo al consumidor potencial para que entre y compre.
Rótulos y anuncios informan y seducen diferenciando al comercio de la competencia y generando una conexión con el público. De igual manera, un escaparate bien diseñado es una estrategia visual que juega con la psicología del consumidor y las tendencias del momento para hacer que los productos sean irresistibles. Ambos elementos son una forma de comunicación no verbal que impacta en la decisión de compra, ya que apelan a la emoción y suscitan deseo. El éxito de un comercio depende en gran parte de ellos.
Sirva esta larga introducción para “denunciar” –sin acritud– la tendencia, cada día más extendida en las ciudades, de rotular los comercios en inglés y anunciarse en este idioma cuando la mayoría de los posibles clientes desconocen esa lengua. No sabría decir si esto responde a una tendencia estética, a la penetración cultural anglosajona, a que el inglés se percibe como un idioma global, a atraer a turistas o a querer proyectar una imagen cosmopolita.
Es curioso que mientras se lucha por preservar lenguas cooficiales con normativas ad hoc en Galicia, Cataluña y Euskadi, varios integrantes del gremio de comerciantes y anunciantes priorizan una lengua extranjera. Un contrasentido que refleja la complejidad de la relación entre lengua, identidad y economía en España.
Si el objetivo de rótulos de la fachada y anuncios es facilitar la comunicación con el público, imponer una lengua que no es la conocida entre los posibles clientes genera barreras innecesarias. Sobre todo en un país en el que son pocos los castellanohablantes o gallegohablantes que dominen el inglés con fluidez como para interpretar qué es lo que vende un comercio detrás de un rótulo o un anuncio en un periódico en la lengua de Shakespeare.
El idioma castellano es inmensamente rico, uno de los más hablados y apreciados del mundo, con una gran historia y una influencia global indiscutible que, además, tiene una enorme riqueza léxica para comunicar. Por tanto, la tendencia a rotular en inglés o a importar términos de esta lengua en anuncios puede dificultar la comunicación, especialmente con aquellas personas que no dominan el idioma, que son la mayoría de españoles y gallegos que, desde siempre, estamos intentando aprender inglés y nunca lo logramos.
Dicho todo esto, comerciantes y anunciantes son libres para elegir el idioma que estimen oportuno para dar a conocer sus negocios. Sí deben tener en cuenta que el idioma debe ser un puente, no una barrera.