Si los partidos fueran democráticos como dice el art. 6 de la Constitución, no expulsarían a los compañeros que denuncien malas prácticas de sus altos cargos, como ocurrió en el caso de Iñigo Errejon. No habría tantos abusos de los responsables públicos.
Debiera haber reglas para que los políticos acedan al puesto de responsabilidad pública como se hace con las oposiciones a funcionarios para probar su capacidad y mérito, e igual que se hace en la empresa privada. Y con más razón se debe hacer con los políticos para acceder a la gobernanza de la administración pública. Además los altos cargos públicos cada seis meses pasarle una revisión de su estado mental, emocional y psicológica como se pasa la ITV al vehículo para evitar una catástrofe.
Los partidos actuales en su organización y funcionamiento interno no evolucionaron salvo en la aplicación de las nuevas tecnologías para manipular lo mismo que hace 200 años.
En las organizaciones humanas, incluidas las religiosas defensoras de la moral, cometen abusos sexuales con niños/as. Pero los responsables de los partidos políticos es imperativo que den ejemplo por representar en exclusiva a toda la ciudadanos. Que nadie se engañe, los abusos ocurren en las dictaduras con ocultación, y en democracia más tarde o más temprano se sabe. Hay tantos tramposos dirigentes políticos que dicen: “Consejos vendo que para mí no tengo”. Viene esto a caso porque me cuesta trabajo creer la doble moral de Iñigo Errejon, pero seguro que hay más como él dándonos lecciones. Iñigo no me explico cómo tuvo la cara de hacer lo contrario de lo que decía defender.
Este cinismo e hipocresía es habitual en políticos que fingen empatía como arma para conseguir votos. Los partidos dan cursos a los candidatos para manipular la opinión pública y difundir virtudes que no tienen, (virtudes virtuales) para que les voten. Observamos la cara dura que tiene algún portavoz parlamentario que le endosa al contrario su propio defecto. Hace décadas que esto viene ocurriendo en los partidos y la gente vota al que mejor engañe. El parlamento es como el Oráculo de Delfos, donde debe haber acuerdos para el bien común, pero últimamente no se ponen de acuerdo en nada. Ya no quedan políticos que se porten con naturalidad. Iñigo Errejon decía lo que no creía ni practicaba, abundan los de doble moral. No debe estar bien de la cabeza al poner en peligro su éxito político en Sumar que sin duda es quien más defiende el feminismo. Será la justicia la que tenga la última palabra. Sus perversas prácticas con las mujeres sin su consentimiento no son de recibo para nadie y menos para un político de cualquier ideología. Sus intervenciones tenían nivel como portavoz de Sumar. Por eso sorprendió su incoherencia. De ser culpable, que caiga la justicia sobre él. El acto sexual si no es consentido desde principio a fin, es barbarie.
A las derechas les viene bien este escándalo del adversario para reparar y reparar la fábrica de bulos. Pero que no den lecciones de nada. No olvidemos que acumulan más casos de violencia sexual que ningún partido, como el caso del exalcalde de Ponferrada que abusó de su compañera concejala Nevenka, ambos del PP, que defendió al violador y no a la víctima. Nevenka atravesó un calvario durante su cargo y después judicial teniendo que marcharse de su país porque la miraban mal. Lo que dio lugar a una película sobre el caso. Lo bueno de la democracia, aunque tarde, es que sale a flote la verdad, pero tiene su precio defenderla porque la ancestral cultura aún pesa mucho. El progresismo y la lucha por la justicia es muy dura y a veces se gana. No sale gratis, como le pasó a otros luchadores por la verdad, la justicia y la ciencia, siendo quemados en la hoguera.
Hay hipócritas en todos los partidos cuando tienen poder. Pero si hacemos la comparación entre partidos, los progresistas al menos votan leyes progresistas en favor del feminismo, mientras que los partidos de derechas votaron en contra para no penalizar abusos contra las mujeres.