Pocas veces se habrá visto a un partido gobernante en Europa afrontar su congreso nacional con las presiones y tensiones con que lo ha hecho el PSOE. Es un congreso, lo dicen muchos comentaristas , ‘a la defensiva’ , que augura que, por mucho que ahora se le aplauda y le respalden su partido y, claro, su Gobierno, a Pedro Sánchez no le queda mucho en el poder. Todo en su entorno parece estar en contra, incluyendo, de alguna manera, a sus socios en el Parlamento. Una viñeta en El Mundo del gran Ricardo muestra a Sánchez, perdido entre enormes olas que llevan los títulos de ‘Abalos’, ‘Koldo’, ‘Aldama’, ‘Fiscal General’, ‘Begoña’, ‘Hermano’, pero aferrado a un gran flotador rotulado ‘Economía’. Cierto: el presidente hablará este domingo, en su discurso como abrumadoramente reelegido secretario general, de ‘sus’ logros económicos, indudables, digan lo que digan. Y soslayará, como buen superviviente, las otras olas. Ni mencionarlas.
Y es que, indudablemente, como bien verifica el ‘cartoonist’, la economía es el gran asidero de un gobernante al que casi todo lo demás, menos los aplausos de los incondicionales, le va mal. Bueno, la economía y Feijoo, por supuesto.
Porque resulta difícil mantener una conversación estos días con gentes neutrales, donde las haya, que no te muestren su animadversión por Sánchez. Inmediatamente seguido de un ‘sí, pero es que en el otro lado...’. Siempre digo que Alberto Núñez Feijoo será, en su caso y cuando toque, que lógicamente sería más bien pronto que tarde, un mucho mejor primer ministro que líder de la oposición. El PP, embarcado este fin de semana en una Comisión Intermunicipal en Valladolid que no ha merecido gran acogida en los medios, no está sabiendo contrarrestar las flaquezas obvias del PSOE.
Hoy, la verdadera oposición son las noticias y comentarios que aparecen en los medios a propósito de las trapisondas que afectan al Ejecutivo socialista -de Sumar ya casi nadie habla--; pero no lo son los ataques de pólvora mojada, poco y mal medidos, que se lanzan desde el bando ‘popular’.
Yo creo que, entre los logros que Sánchez debería mencionar en el discurso de clausura de su congreso más o menos triunfal (al menos ha sido triunfal en el interior del Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla, que ya es algo), habría de encontrarse el de haber desactivado, con descaro, desprecio y temeridad infinitos, la fuerza de la oposición. Si no lo hace será, quizá, porque, en el fondo, Sánchez es muy modesto. Que es cualidad que todavía no le habíamos descubierto.