En Japón, un país en declive demográfico y con una cultura laboral poco propicia para la conciliación, una empresa ha logrado revertir esta tendencia prohibiendo las horas extra, duplicando así su tasa de fertilidad en comparación con la de Tokio y la del resto del país.
Este es el caso de la compañía Itochu, uno de los mayores conglomerados comerciales de Japón con sede en el corazón de la capital, que viene implementando desde 2013 medidas para que sus trabajadores comiencen su jornada laboral antes, prohíbe el trabajo después de las 20.00 horas y ofrece guarderías propias para su personal.
Esta iniciativa se ha traducido de forma inesperada en un incremento de la tasa de fertilidad de la empresa, que pasó desde los 0,60 hijos por mujer en 2013 a los 1,97 hijos en 2022, duplicando la media tokiota, que se encontraba en ese año en 1,08 hijos y la nacional, en 1,30.
"Vengo sobre las 7.30 y estoy en casa poco después de las 18.00. No estoy casada, ya que todavía no llego a esa edad, pero este sistema me proporciona motivación de irme pronto a casa", dice a EFE Rina Onishi, de la división de Asuntos Generales de Itochu, y quien se plantea tener hijos en un futuro animada por estas facilidades.
Un día laboral normal en Itochu puede comenzar entre las 5.00 y las 8.00 de la mañana, según decida el trabajador, que si acude a su puesto durante esas horas, recibirá un desayuno gratuito compuesto por fruta, verdura, carne y otros productos frescos y bebidas.
Al comenzar su jornada antes, los empleados pueden dejar la oficina alrededor de las 15.00 horas -mientras que se les recomienda que lleven a cabo sus tareas pendientes al día siguiente-, evitan la hora punta del metro tokiota y reciben un aumento salarial.
Cerca de un 45 % de los trabajadores han adoptado esta medida, lo que se ha traducido en un descenso del 15 % en las horas extra y los costes de la compañía por el pago de las mismas también se han reducido en un 6 % aun teniendo en cuenta los gastos en desayunos.
En 2010, la empresa también abrió una guardería "para apoyar el equilibrio entre el trabajo y el cuidado de los niños" y que cuenta con una capacidad de hasta 18 menores desde los dos meses hasta los 6 años, que pueden acudir a diario o esporádicamente.
"No tenemos este tipo de servicios por lo que agradezco poder venir al trabajo con mi hijo y además no tenemos tiempo porque mi mujer también trabaja", dice Kentaro Yellin, Líder de Equipo del Departamento de Planificación y Administración, uno de sus usuarios, quien lleva a su hijo pequeño a la guardería del trabajo cada día. "No podríamos haber continuado los dos nuestra carrera sin este servicio", añade.
Por su parte, la empresa de cosmética Shiseido, una de las más importantes del país asiático, lanzó este abril un servicio de atención posparto, que incorpora un sistema de visitas a las casas de los empleados para proporcionar ayuda en las tareas del hogar y el cuidado de los niños, clases para nuevos padres, un servicio de niñeros y eventos para niños en la empresa.
"El período posterior al parto es un momento crítico para las mujeres en el que el apoyo tanto físico como mental es crucial. También marca el comienzo del camino de la familia en la crianza de sus hijos", señaló la empresa cuando hizo el anuncio en un comunicado.
A través de este apoyo, Shiseido espera que sus trabajadoras puedan "mantener su salud física y mental" y tener un regreso "saludable" al entorno laboral, además de animar a los hombres a tomar la baja de paternidad, algo poco habitual en Japón por la presión en el entorno profesional.
Japón ocupa el penúltimo lugar, solo por encima de Corea del Sur, en el último índice elaborado por la revista británica The Economist sobre la presencia e influencia de las mujeres en la fuerza laboral.
Las mujeres de estos países "todavía deben elegir entre tener una familia o una carrera", señaló la publicación, que utiliza en su evaluación elementos como la brecha salarial, la educación y la participación en el mercado laboral.
El año pasado el número de recién nacidos en Japón cayó un 5,1 % hasta quedar por debajo de los 800.000, un mínimo histórico, mientras que la población de 65 años o más supone ya el 29 % del total, lo que sitúa a Japón como el segundo país con mayor envejecimiento demográfico del mundo.