Bárbara Diz es la presidenta de la Asociación de Mulleres Rurais de Fontecarmoa. En las dos décadas de vida del colectivo ha cambiado tanto el concepto de “muller rural” como sus necesidades y las de la parroquia.
Acaban de cumplir 20 años de vida ¿Cómo lo celebraron?
Como allí ensaya un grupo de teatro que se llama Abazcaro, nos hicieron una representación y a la gente le gustó mucho. También hicimos un baile con un DJ y hubo una exposición de maquetas de barcos de un vecino.
En estos 20 años habrá habido momentos buenos y malos...
Sí, pasamos momentos difíciles, sobre todo cuando fue de la pandemia, porque no sabías qué hacer o no... fue un momento complicado. Momentos buenos, muchos, porque la gente es agradecida y te recompensa. Las cosas cambiaron mucho, no es lo mismo que cuando empezamos, que no había ninguna asociación de mujeres en Fontecarmoa. Y costó que la gente diese el paso y viniese a las actividades. Pero luego se fueron animando.
¿Cómo cree que ha cambiado el concepto de “muller rural” en estos 20 años?
Sobre todo, lo que más nos dicen las socias es que por qué no podemos tener socios, que por qué no hay hombres. Y los hombres también lo dicen, que quieren venir a las actividades, cuando antes era normal que fuéramos todas socias. Aunque sí tenemos un mínimo de hombres.
Creía que por los estatutos no podía haber hombres en este tipo de asociaciones...
No pueden estar hombres pero sí puede venir un porcentaje. En un grupo de 20 pueden venir cuatro o cinco hombres.
¿Han cambiado también las demandas de las mujeres en estas dos décadas?
Sí. Antes la gente quería actividades de bordado o de cocina y ahora te piden gimnasia, taichí, pilates... Eso antes no lo pedían.
Y la parroquia de Fontecarmoa, ¿qué necesidades tiene ahora?
Ahora tenemos el problema de que como As Pistas ha cambiado, es todo muy peatonal, y además antes tampoco había la vía rápida, ahora por ahí tenemos muchísimo tráfico. Habría que darle una solución porque entre el tráfico y que no hay dónde aparcar... No hay por dónde andar, la gente mayor se queja... Y aún por encima tenemos los cables colgados del teléfono, porque los enganchan los camiones. Aquello parece un laberinto.
¿Qué les dicen en el Concello?
Que hay que quejarse, pero ya nos hemos quejado a todo el mundo. Al Concello, a Telefónica... pero no hacen caso. Y dicen que por allí no hay tanto tráfico, pero hay muchísimo, y ahora que van a aumentar el Instituto, va a ser peor.
Otras asociaciones nos hablan de que se sienten abandonados los vecinos del rural. ¿Ustedes también?
Sí. Nos dijeron que ahora entrará el concejal nuevo que atenderá a todas las parroquias, pero de momento no nos dieron señales de vida.
¿Cuántas socias son?
Somos sobre 100. Fontecarmoa es una parroquia pequeña. Aunque tenemos también gente de los alrededores.
¿Qué actividades hacen?
Estuvimos haciendo taichí, gimnasia de mantenimiento... Tenemos un curso de cocina, de costura... Ahora vamos a tener pilates... Y hacemos muchas excursiones culturales. Hace poco hicimos una a Melide, al museo, muy interesante, y al castillo de Palas de Rei. La gente demanda mucho esto. Y ahora vamos a ir al Cocido. Cada año vamos a un sitio distinto. Este año iremos a Rodeiro.
¿Qué proyectos tienen en mente?
Ahora estamos preparando los Carnavales. Que además, hacemos la Fiesta de la Oreja y preparamos las orejas para todos entre toda la directiva. Normalmente estamos seis o siete personas haciendo orejas desde las siete de la mañana. Hacemos sobre ocho kilos de harina. Además de eso, este año vendrá el grupo Cantos de Taberna de O Grove.
¿Y a largo plazo?
Que nos mejorasen el Centro Cultural. Nos llueve dentro y, además, hacemos cursos de cocina y no tenemos agua caliente. Y el fregadero gotea, es pequeño... Nos qued
aron de poner un calentador, que lo compramos nosotros, y el fregadero. También hace falta calefacción, porque tenemos la estufa de pellets que nos colocó el Concello pero solo en el salón. En el resto de aulas hace frío. Y tenemos dos baños pero uno lleva cerrado más de un año porque no funciona.
Estar al frente de una asociación quita siempre tiempo de la vida privada. ¿Cómo lo lleva usted?
El tiempo que pierdes nadie se lo puede imaginar. Porque, además, la gente te dice “tú haz, a ver si va para adelante”. Si queremos que vaya para adelante, lo hacemos, pero si no, es trabajar por trabajar. Y tú estás perdiendo un montón de tiempo que le quitas a tu familia, a tus amigos, a tu ocio. Te quita muchas horas de sueño. En enero tuvimos una chocolatada con una tómbola y entre preparar todo...llevas trabajando desde noviembre. Y en esos días te pones peor porque no sabes si va a salir bien, si va a haber gente... Aunque estamos muy contentas con todas las socias y vecinos porque colaboran y te apoyan. Y con mis compañeras de la directiva, igual.