Hace años que no se recuerda en Arousa una jornada de Todos los Santos tan soleada y con unas temperaturas tan elevadas. Quizá fueron estos los elementos que provocaron que los cementerios de las tres comarcas arousanas se llenaran desde primera hora de la mañana y hasta bien entrada la tarde. Sin excepciones.
La evidencia de que la tradición –pese al paso de los años y a los cambios generacionales– sigue más viva que nunca fue el éxito de los diferentes mercadillos de flores que se organizaron en diferentes puntos de la comarca y el trasiego que las propias floristerías tuvieron desde hace ya unos 15 días. Todo pese al incremento de las flores. “Todo sobe e as flores non iban ser o contrario”, señalaban por la mañana en un cementerio arousano. Aún así, explicaban, “é un día e sempre gusta traer algo”. Mientras que algunos optan en esta fecha por comprarse el centro ya finalizado otros “compramos as flores e facemos os centros na casa. É un proceso que tamén nos gusta”. Centros de flores, ramos o incluso elementos ornamentales cambiaron por completo la estampa más gris y de recogimiento que se suele ver en los camposantos en otras épocas del año. En algunos, a la entrada, incluso se colocaron puestos de rosquillas y de churros, conscientes de que las peregrinaciones a lo largo de todo el día a nichos y panteones iba a ser constante.
En cementerios como el de Santa Mariña en Cambados o en el de Rubiáns, en Vilagarcía, la ida y venida de coches fue constante, sin que se provocasen en todo caso problemas en la circulación. Ni siquiera en los momentos en los que se celebraron los actos litúrgicos y que, por lo tanto, atraían a un mayor número de fieles.
La jornada de Todos los Santos es –además de un día para el recuerdo– también una oportunidad para el reencuentro familiar. De hecho decenas de familias acudieron juntas a los cementerios a depositar flores en tumbas y panteones o simplemente a visitar y recordar “in situ” a aquellos que ya no están, pero que perviven en la memoria de los que compartieron momentos con ellos.
Caída la noche la imagen de las velas encendidas en todos los camposantos y el silencio absoluto que se respiraba tras el trasiego del día fue otra de las estampas que dejó la jornada.
Además de las visitas a los cementerios –y teniendo en cuenta que es jornada festiva– el día de Todos los Santos también dejó un gran ambiente en las calles y en las terrazas e interiores de los establecimientos hosteleros. Fue un día para disfrutar y vivir en el exterior antes de que vuelvan las lluvias.