Aún recuerdo cuando se inauguró la Estación de Autobuses de Santiago de Compostela que en su día fue considerada como la más grande y dotada con las mejores prestaciones de Galicia. Aquel verano del año 1971, en San Caetano, se ponía en marcha un gran proyecto que aglutinaba y arracimaba en sus dársenas a todos los autobuses, urbanos, metropolitanos, nacionales e internacionales que llegaban o salían de la ciudad del Apóstol. En aquellas fechas las modernas instalaciones dejaban a la luz uno de los inconvenientes más importantes: la distancia existente entre las dos estaciones, lo que suponía una incomodidad para los viajeros que arribaban en bus a Santiago y que tenían que realizar un largo desplazamiento para seguir viaje en tren. De todos modos, fue un acontecimiento de gran importancia que ahora recordamos, medio siglo después, con la entrada en funcionamiento de las instalaciones ubicadas en Clara Campoamor y que facilitan a los viajeros hacer cómodamente el trasvase intermodal del tren al autobús y viceversa.
La Estación de Autobuses de Santiago, que ahora cederá sus terrenos para que en ellos se construya la gran ciudad administrativa del futuro de la Xunta de Galicia, era el único punto de llegada y partida para miles de estudiantes que en sus lugares residenciales no disponían de tren con el que desplazarse hasta Santiago de Compostela. Y también para millones de visitantes que para acudir a la ciudad del apóstol utilizaban los sistemas nacionales e internacionales de los buses que salían o llegaban a sus dársenas.
La entrada en funcionamiento de las nuevas instalaciones es el gran preámbulo para la esperada moderna estación del tren que se pretende adecuar a las necesidades de la alta velocidad. Al mismo tiempo ha servido para que dos zonas distantes de la ciudad -ensanche y salida urbana- estén más cerca gracias a una calle- pasarela peatonal abierta y cubierta.
Se cerró la puerta de medio siglo de vida de la Estación de Autobuses y se abrió la de la modernidad que ayuda a los viajeros a no tener que desplazarse por la ciudad para cambiar de medio de transporte. Todo llega, pero hemos tenido que esperar cincuenta años para ver esta realidad.