No es la tradición más arraigada, pero va cogiendo fuerza. En los últimos tiempos, no hay Año Nuevo sin su rave. Sin autorización y con miles de asistentes llegados de todas partes. Como si fuera el Gordo, parece que nunca se sabe dónde va a tocar. La de este año, en Ciudad Real. La idea es estar hasta Reyes sin dejar de celebrar. Y sin molestar a nadie. Hay planes peores.