La situación fiscal de las viviendas de uso turístico en A Illa quedará como estaba. Al menos por ahora y a expensas de lo que dicte la Justicia si, finalmente y como anuncian desde Aviturga, el caso termina en los juzgados.
El gobierno bipartito aguantó, nuevamente, la presión —y los gritos e insultos recibidos desde el público— en un Pleno hoy que prácticamente fue una réplica en cuanto a argumentos y guión de lo ocurrido en la sesión de noviembre. El PP, que forzó la celebración de esta cita extraordinaria en virtud a su representación municipal, se posicionó una vez más del lado de los propietarios, exigiendo la atención a sus pretensiones: rebaja de las tasas de la basura y del alcantarillado, para equiparlas a lo que pagan las viviendas habituales.
Ni el PSOE ni el BNG cedieron, manteniendo invariables las tasas, tras la rebaja ya practicada hace unos meses. La votación no deparó sorpresas: los conservadores a favor de la rebaja, la izquierda, que suma, en contra. Concluido el Pleno y tras varios conatos de intervención del público, que por normativa no puede hacer uso de la palabra en tanto no concluya la sesión, los corporativos aguantaron nuevamente en sus posiciones mientras se abrió una caótica intervención de los asistentes.
Esta vez hubo menos argumentos y más gritos. Algunas personas elevaron el tono lo suficiente como para que acudiese la Policía Local a mediar. No duró tanto ni la sesión ni el intercambio de pareceres posterior como en el Pleno de noviembre, una media hora la sesión y otros 30 minutos el diálogo, muy poco fluido, con parte de los congregados. Cuando el portavoz del BNG, teniente de alcalde y concejal de Economía, Manuel Suárez, se disponía abandonar la sesión aguantó insultos como “sinvergüenza” y “mangante”.
Las posiciones durante el debate fueron las ya conocidas. Desde el Bloque, Suárez recordó que “a nosa posición é a mesma, xa se explicaron os motivos nos últimos plenos”. Recordó que ya se abarataron las tasas a estos propietarios a través de la corrección de errores que permitió incluirlos en la tarifa 2 y no en la 3. “A ninguén lle gusta que lle suban as taxas. Pero os veciños teñen que saber que os servizos teñen un custe”. En cada una de sus intervenciones cargó además contra el PP, señalando que, justamente, estos costes a los que debe hacer frente el Concello los incrementa “a Xunta do PP” con la subida de Sogama y del importe por la gestión de la depuradora. A Sogama “pagabamos por tonelada sesenta euros e agora imos pagar preto de cen”. En cuanto al coste de gestión de la EDAR “hai uns anos non pagabamos nada e este ano pagaremos 100.000 euros”.
Matías Cañón censuró que las “correccións de erros” no son tales para él, sino “recollidas de cable”. “Como fixo co seu soldo”, espetó en el acostumbrado cara a cara con Suárez. “Cando escoitou aos veciños criticar que ‘agora pagamos dous alcaldes’, recolleu cable”. Tildó de “machetazo” e “atropello” esta subida de tasas a los propietarios, primero “de máis do 200%" para dejarlo después “en arredor do 100%”. Insistieron los conservadores en que no tiene lógica que una de estas residencias pague más basura “cando xera menos que unha vivenda habitual” y no faltó la referencia a Vilagarcía, donde, justamente, PSOE y BNG defendieron esta misma posición que aquí abandera el PP. “Díxoo un compañeiro do seu partido”, lanzó Cañón al alcalde, Luis Arosa. Para recriminarle que en A Illa, el PSOE actúa cautivo de su socio, el BNG.
Arosa lo negó rotundo. “Eu son o primeiro ao que non lle gusta subir impostos”, añadió. Recordó en que enero estos propietarios podrán acceder a las bonificaciones a quienes “adiantastedes os cartos”, por la diferencia del valor de las tasas. “Pero eu, da tarifa 2, non me movo”. “Esta é unha actividade económica”, reiteró sobre estos alquileres.
Cañón terció que consideran “un bo modelo para a Arousa” este tipo de viviendas turísticas, “porque ademais xeran consumo no municipio”.
Suárez todavía lamentaría que “temos un coeficiente de vivendas de uso turístico máis alto que Málaga”, donde “o PP en solitario aprobou prohibilas”. “Alí é dun 8 e aquí dun 10”, lo cual no hizo sino despertar más risas y gritos. La sesión acabó, finalmente, sin consensos ni variaciones.