A menos de una semana para la vuelta a las clases y al intercambio de responsabilidades entre los ministerios de Educación y Sanidad con las autonomías para que se fije un protocolo coordinado para que todas las comunidades puedan saber cómo actuar en los casos de que haya que cerrar las aulas o colegios si surgen positivos de COVID-19 analizamos las consecuencias que puede tener una vuelta a clase semipresencial o a distancia.
Nos encontramos con una “vuelta al cole” donde los rebrotes van en aumento cada día y surgen las incertidumbres de cómo se va a llevar a cabo en caso de tratarse de una vuelta a las aulas semipresencial y lo que ello supone en cuanto a logística familiar y cuidado de hijos.
En España mayoritariamente los progenitores que acceden a las excedencias o reducciones de jornada son mujeres, con su correspondiente reducción de salario y con la penalización que ello supone, afectando directamente a futuras pensiones de jubilación, todo ello sin contar con las dificultades que existe por parte de las empresas para la adaptación y flexibilización de jornada, debido a la normativa vigente.
A una semana de la vuelta a las aulas y con la solución fácil de que el alumnado se quede en casa analizamos el impacto social y de género que esta decisión pueda tener.
En primer lugar, el acceso a conectividad está fuera del alcance de muchos hogares, muchos de estos hogares son monoparentales en los que la mujer es la principal titular, economías familiares que no pueden enfrentarse al gasto de adquisición de ordenadores y todo esto sumado a la dificultad de acceso a la conectividad en el rural, como ocurre en muchos lugares de Galicia, donde no existe acceso a RED y sin tener que irnos al interior de nuestra comunidad para poder comprobarlo. El problema de acceso a una conexión de calidad en Galicia es un problema base en los tiempos en que la era digital nos absorbe y el teletrabajo es el futuro de las relaciones laborales.
Es muy probable que una vuelta a las clases no presencial derive en que muchas mujeres se queden excluidas del mercado laboral, se paralice su carrera profesional o que impida reincorporarse directamente. La brecha salarial, el techo de cristal y la alta temporalidad de los contratos de las mujeres son problemas que se suman a esta pandemia y que hacen que la brecha sea cada vez más profunda.
A unos días del comienzo de las clases, quedan cuestiones determinantes pendientes de solucionar y regular, como puede ser el caso de que los padres tengan que cuidar a su hijo en cuarentena por contagios en su clase. Para este y otros casos el plan “me cuida” que se ha habilitado, no aporta luz alguna.
Es responsabilidad del gobierno evitar que esta crisis sanitaria haga más evidente esta brecha social y de género; gobiernos, central y autonómico, agentes sociales, sindicatos y patronal deben articular medidas de corresponsabilidad que permitan soportar de manera solidaria las consecuencias de la pandemia.
Las familias con bajo poder adquisitivo son las que más van a sufrir por una desigualdad de condiciones, mecanismos sociales y de reestructuración de la educación son más que necesarios para prevenir el riesgo de pobreza y exclusión social de los hogares que carezcan de los recursos económicos suficientes. Nadie dice que sea fácil, pero si es necesario.
Tratando de dar respuesta a la situación sanitaria y logística familiar con “la vuelta al cole”, actualmente se está negociando el borrador de la ley de Teletrabajo donde se dirime las nuevas condiciones para llevar a cabo esta nueva modalidad de trabajo, el acuerdo está casi cerrado a falta de determinar algunos flecos y podría aprobarse en forma de real decreto ley en las próximas semanas, concretamente en septiembre por la urgencia evidente. Todo ello entendemos que debe de ir acompañado de reformulaciones en relaciones de trabajo no tan estancas y la norma debe de ir de la mano, eliminando por ejemplo el actual registro de jornada que parametriza de forma rígida la relación laboral sin atender a acuerdos que puedan realizar empresario y trabajador que beneficien a la conciliación familiar y sobre todo atendiendo a una situación tan excepcional como la actual.
Para evitar esta feminización de la pobreza ya heredada históricamente, cabe un cambio no solo en la sociedad, estigmas y clichés, si no que es muy importante atender a las necesidades reales de los hogares y aportarles soluciones que no abran nuevas y mayores brechas sociales.
*Asesora Laboral en
INTER Asesoría