La Audiencia de Pontevedra ha dictado una orden de búsqueda y captura para el salesiano Segundo Cousido Vieites, que el pasado lunes debería haber ingresado en prisión para cumplir la pena de 32,5 años de prisión que le fue impuesta por haber cometido delitos de abuso sexual hacia seis menores: durante un campamento celebrado en el colegio de la orden en Cambados, el visionado de un partido de fútbol en un centro de Vigo, donde era profesor, y una peregrinación a Santiago en 2019.

El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) le dio el jueves 23 “un plazo inaplazable de tres días” para que ingresase en prisión, pero “al no constar” que se presentara, dictó la orden. Fuentes judiciales indicaron que los “numerosos recursos” presentados por el condenado “provocaron que se retrasase el inicio de la ejecución de la sentencia”. 

El primero que interpuso el cura, natural de Castrelo (Cambados), fue un recurso de apelación contra la sentencia condenatoria, emitida por la Audiencia de Pontevedra en 2021. Posteriormente, en el curso de 2022, aún presentó otros cuatro, alegando que no se le notificó personalmente –“algo no requerido”– y también solicitó la nulidad de las actuaciones. Todos ellos fueron desestimados por el TSXG, que en octubre declaró firme la sentencia. Sin embargo, todo el proceso, teniendo en cuenta los plazos legales de traslado a las partes y de recurso, mantuvo paralizada la ejecución de la sentencia hasta noviembre, según las mismas fuentes.

Cousido siempre negó los abusos, pero la Justicia fue contundente y señaló que la hipótesis de que pudo practicar los tocamientos otra persona “se presenta absolutamente fuera de los parámetros probatorios” y subrayó que las pruebas psicológicas que se practicaron sobre el acusado “en nada impiden la realización de hechos” como los descritos.

En su sentencia, el TSXG también aseguraba que en las alegaciones pretende “establecer sombras de duda en cuanto a las testificales de las víctimas”, las cuales, según el alto tribunal, cumplen con todos los parámetros de credibilidad y están corroboradas por la prueba pericial psicológica practicada a los afectados.

Según se recogía en la resolución que ratificó, la de la Audiencia, el modo de actuar era siempre muy parecido: se acercaba a los chicos cuando dormían y les tocaba por encima del pijama o, algunas veces, por dentro. Los menores, al percatarse, trataban de eludirlo girándose, cerrando su saco o incluso poniendo una almohada entre las piernas.