En el Pazo de Rúa Nova escribió Valle-Inclán alguna de sus obras, como Romance de Lobos. El espíritu del esperpento permeaba hoy el lugar, convertido en escenario de un recuperado día de San Miguel das Uvas que tenía tanto de fiesta como de asfixiante polémica. Vecinos dispuestos a celebrar, pero también rostros serios e incluso tensos a primera hora. La atmósfera era más densa ante la puerta de la capilla, donde se materializaba la controversia.
La familia descendiente de Valle-Inclán, dividida en dos facciones, pugna por el uso y titularidad de varios de los espacios. Una parte, la que todavía conserva el apellido Valle, cedió el uso al Ayuntamiento y esgrime, al igual que la entidad local, que la Justicia ampara la propiedad y el acuerdo. La otra, la que lo perdió por línea maternal, defiende que la propiedad es indivisa y que cualquiera de ellas puede hacer uso de espacios como la capilla; pero que cualquier acto de enajenación o cesión, como es el caso, debería contar con el visto bueno de todas las partes. Solo hay consenso en que, en este caso, no lo hubo.
Los trenes chocaron en verano, cuando en el marco del Festivalle se celebró allí un acto cultural. Con la puerta de la capilla cerrada, la Policía Local acabó entrando y el Concello “cambió la cerradura y nos dejó sin llave para entrar desde fuera”, lamenta José, desde la parte crítica de la familia.
Con esos antecedentes —y con la proclama previa del regidor este fin de semana, advirtiendo de un posible delito contra la manifestación religiosa si se ponían trabas a la misa prevista para hoy a las 10:30 horas en la capilla—, se llegó a este domingo de fiesta.
A la llegada de la Policía Local, comisión de fiestas y concejales de gobierno, de la fachada del pazo —donde días atrás ya se había colgado una pancarta crítica contra el alcalde—, descansaba una nueva lona con una simple y gráfica leyenda, acompañada de dos flechas: “Sobrán” señalando hacia la izquierda. Y “András”, hacia la derecha.
Porque, sí: si alguien estuviese tentado a presumir poca complejidad en el asunto de la herencia y la disputa de la titularidad, también hay una cuestión de lindes de por medio. No es menor y suscita, igualmente, un único consenso: Que la línea que delimita Vilagarcía y Vilanova atraviesa el pazo. Lo que ocurre es que las partes tampoco se ponen de acuerdo en dónde se coloca el trazo, tal vez, quién sabe, originariamente demasiado grueso sobre el papel.
De una parte, la familia que enfrenta al Concello asegura disponer de un informe del Ayuntamiento de Vilagarcía que avalaría sus pretensiones: la linde deja la capilla del lado vilagarciano, por lo que la Policía Local de Vilanova no tendría jurisdicción ni podría entrar, como sí habría hecho, arguyen los críticos. Ocurre, no obstante, que la otra parte, el propio Concello vilanovés, los familiares que cedieron el uso y algunos vecinos sitúan ese límite municipal más al norte, lo que deja la capilla íntegramente en Vilanova. El alcalde, Gonzalo Durán, incluso ilustra que “aquí”, en este templo, “siempre dio misa el cura de András, no el de Sobrán”.
Con la capilla abierta y vecinos ya en su interior, llegó el párroco. Quizás viendo el panorama —declinó dar explicaciones a los medios, únicamente manifestando que no quería entrar en polémicas—, fue quien tomó la decisión, salomónica: habría misa de San Miguel das Uvas, pero no en la capilla.
La comisión, desde donde indicaron que así se había optado por una cuestión de aforo, colaboró entonces en disponer lo necesario para la misa de campaña, frente al pazo. El sacerdote terminó la liturgia apostillando el “la paz sea con vosotros” con un “gracias a todos por la concordia” y la fiesta siguió, siempre fuera, como se había programado: concurso de pisado de uvas —con 100 euros y lotes de vino y conservas de premios—, pincho y música.
Corrió el vino, pero revueltas bajan todavía las aguas. El alcalde señala que la capilla y parte de la huerta del pazo serán usados en la Semana da Cultura de Valle-Inclán, en virtud del acuerdo. Una cesión que Carmen, en nombre de esta parte de la familia, subrayó hoy que se hizo por “tiempo indefinido”, con la voluntad de acoger actos culturales y “abrir el monumento”, ya que el pazo es Bien de Interés Cultural (BIC).
La otra parte, que quiere dejar claro que el problema no es ni con la comisión, ni con la fiesta, ni con los vecinos, sino con el Concello; denunció la situación hace unas semanas ante la Guardia Civil y tiene todo, de nuevo, en abogados, por el episodio de “fuerza bruta” de la cerradura y las llaves, por la entrada a propiedad privada e incluso porque, afirman, la otra parte se “llevó las sillas” del interior de la capilla. Tal vez no sea esta la última página sobre el conflicto.