Este domingo, como ya es tradición, los relojes se adelantarán una hora para ajustarnos al ansiado horario de verano, lo que significa que a las 2 de la madrugada serán las 3 y, en esta ocasión, dormiremos una hora menos.
El Boletín Oficial del Estado es el encargado de publicar los horarios de los próximos ajustes, cuya última actualización está prevista para el año 2026, según lo establece el Real Decreto 236/2002. Es por este motivo que este cambio podría ser el penúltimo si desde el gobierno deciden prescindir de esta medida.
Esta normativa indica que cada cinco años se debe emitir un calendario oficial con las fechas exactas de los cambios de horario para que la población esté informada con antelación. Sin embargo, con el debate abierto sobre la conveniencia de estos cambios, se desconoce si se emitirá un nuevo calendario llegado el 2026.
Estos ajustes se implementaron en España y en otros países desde las primeras décadas del siglo XX. Como cada año, la modificación horaria se justifica por la optimización de la luz natural y el ahorro energético; sin embargo, cada vez son más quienes cuestionan su verdadera eficacia. Aun así, según datos de Statista de marzo de 2024, prácticamente todos los países de Europa aplican un cambio horario, al igual que Estados Unidos y Canadá. Muchos países de América Latina, como Brasil, Argentina o Ecuador, así como la gran mayoría de los países del continente asiático, solían realizar ajustes de horario en el pasado; sin embargo, han abandonado esta práctica, una posibilidad que ahora también se plantea en España.
En el caso de la comarca de O Salnés y en general los municpios arousanos, los efectos de estos ajustes horarios son particularmente visibles, con amaneceres más tardíos en invierno y noches más largas en verano. Muchos expertos han señalado que la adaptación al horario de Europa Central, en lugar del que le correspondería por huso horario natural, genera un impacto en los hábitos laborales y en el bienestar de la población.