El picudo gana la batalla: O Salnés perdió más de 120 palmeras públicas en la última década

Los expertos señalan como un factor determinante las particulares sin tratar ni talar, actuando así como reservorios
El picudo gana la batalla: O Salnés perdió más de 120 palmeras públicas en la última década
Imagen de archivo de una de las primeras talas en el paseo marítimo de Cambados | GONZALO SALGADO

El voraz picudo rojo se ha llevado por delante a más de 120 palmeras públicas de O Salnés en la última década, poniendo fin a estampas centenarias en recintos institucionales y parques y también en casas particulares, donde es difícil conocer una cifra. Los concellos han gastado decenas de miles de euros en tratamientos –rondan los 16.000 euros anuales– que, en muchos casos, no han conseguido salvarlas, teniendo que destruirlas por  el peligro de caída de las ramas e incluso del tronco porque las seca.


Este insecto originario del Sureste Asiático se detectó por primera vez en la Península Ibérica en Granada, en 1993, y con un más que probable origen en la importación de un ejemplar infectado, empezando así un avance imparable, llegando a haber “cementerios de palmeras”. 


En la comarca arousana, su nombre empezó a conocerse en 2015, cuando la Estación Fitopatolóxica Areeiro de Pontevedra emitió su primer aviso fitosanitario para esta zona, aunque el caso considerado como el primero de Galicia data de dos años antes, en Gondomar. La palmera se destruyó siguiendo las medidas exigidas por la normativa europea para evitar la propagación y no se hallaron síntomas en aledañas, pero lo más probable es que ya hubiera más y como sucede con toda plaga que se adapta bien, el fastidioso escarabajo se quedó. 


Los expertos atribuyen su rápida expansión a múltiples factores: un clima benigno para su reproducción; pseudoprofesionales tratando y cuidando sin los conocimientos específicos; o falta de acción coercitiva y más controladora por parte de la administración, como ejecuta con otras plagas que afectan a especies de interés económico, como la patata, la vid o el pino, donde incluso se realizan controles de carretera para evitar la expansión del nematodo. 

 

“Ao principio había xente que dicía: Se a Xunta obriga, que veña a talala”, explica una experta de Areeiro 


Además, muchos particulares se desentendieron por omisión o desconocimiento y basta con una palmera enferma como reservorio, para que se convierta en un foco de infección provocando que los esfuerzos de tratamiento de todo un entorno caigan en saco roto. Este escarabajo es torpón en el suelo, pero es un hábil volador y los estudios han demostrado que puede recorrer distancias de hasta diez kilómetros en busca de un nuevo hogar que colonizar.

 

Tratamiento picudo palmeras vilagarcía
Imagen de archivo de tratamiento en las palmeras de Vilagarcía | GONZALO SALGADO


Para la jefa de la sección de artrópodos y control integrado de Areeiro, Rosa Pérez Otero, esto fue determinante: “A xente tiña pagar do seu bolsillo o tratamento ou a destrución e estamos falando de cantidades elevadas e sen medidas compensatorias”. De hecho, recuerda que al principio, cuando estaba considerada como plaga de cuarentena por la UE, con obligación legal de informar y actuar ante un caso –hasta 2018–,  “algún respondía: Se a Xunta obriga, que veña ela a talar, aínda que lle explicaras que a administración non pode pagar todo e que era prexudicial para todos”. 


Una cuestión de “civismo” a ojos de Jose Ponte, de la empresa de jardinería y paisajismo “Os Gnomos” y con años de experiencia cuidando a “pacientes” del picudo rojo. Explica que el coste de estos trabajos varía, entre otras cosas, según el porte de la palmera y su ubicación, pues la altura o si está en un lugar de difícil acceso condiciona el empleo de determinada maquinaria en lugar de una pértiga o escalera, por ejemplo.

 

Costes

Así, una tala y destrucción puede ir de los 200 a los 1.700- 2.000 euros, y en el caso de los tratamientos, la terapia de choque inicial, para acabar con toda la población invasora puede ir a los 90 euros y luego los continuados  a partir de los 60 en adelante, con entre tres y cinco aplicaciones al año. Pero “si una zona se controla, se puede rebajar a dos y con el tiempo incluso a una o ninguna. Si se apuesta por esto, es muy raro que vaya mal”, expone el experto, pero insistiendo en que “es importante saber que un ejemplar enfermo no puede quedar en pie, es un foco de infección”. 


Su peligrosidad es tal que los compuestos volátiles de una poda o tala pueden suponer un riesgo, sobre todo si se realizan fuera de los meses más fríos, y basta ver los métodos de destrucción exigidos: encargarlo a un gestor autorizado que hace papilla la palmera o enterrar los restos a no menos de dos metros de profundidad y aplicar cal viva, como explica la ingeniera de Montes de Areeiro. Rosa Pérez reconoce que “podemos controlala, pero no erradicala por completo, aínda que os tratamentos ben feitos son bastante eficaces e poden alongar a vida da palmeira”, añadió, recordando que el palmeral de Elche –uno de los primeros afectados en España– va sobreviviendo y también hay casos en O Salnés, como el paseo de Baltar, en Sanxenxo.

 

Palmeras cambados
Vista del paseo de Cambados antes del picudo obligara a poner el otro género de palmeras | GONZALO SALGADO

 

Localidades más afectadas

Su concello tiene un contrato de 16.000 euros año para mantener a raya al coleóptero en los 60 ejemplares que salpicaban el término, porque ya tuvo que deshacerse de algunos, como los del parque de Panadeira. En otros ayuntamientos se ha desistido: Cambados perdió más de 40 (Parador, Praza do Concello, el paseo marítimo, Alfredo Brañas, etc.); A Illa se acerca a la veintena con las de la Avenida da Ponte, aunque le entró más tarde que en el resto de la comarca; el número es similar en Vilanova, que tenía filas en el paseo marítimo y el de O Esteiro; la cifra aumenta en Vilagacía, donde a las emblemáticas de Ravella se sumaron las del Parque do Centenario, entre otras. O Grove tampoco se queda atrás y ya hace tiempo que atajó con talas y está sumamente pendiente del emblemático conjunto de A Toxa, como en Caldas de Reis, donde esta planta ornamental da nombre al entorno de la iglesia parroquial –Las Palmeras– y ha perdido unos 15 ejemplares.

 

Resistentes con cautela

Son prácticamente todas de los tipos canaria y datilera –son muy parecidas– y las del primero son las preferidas del escarabajo. En muchos casos, los árboles desaparecidos se han sustituido y en lugares como Caldas y Cambados no han querido renunciar a esta planta ornamental, poniendo géneros más resistentes como la washingtonia. 


Así lo certifica el paisajista vilagarciano, que ha tratado alguna, pero más bien por prevención, y también ha comprobado que la llamada china de abanico, también le gusta al insecto asiático. Con todo, la experta del centro de investigación pontevedrés señala que, en caso de necesidad de alimento, hay documentadas más de una veintena de plantas sensibles, como el ágave, pero ve “improbable” que las autóctonas corran peligro. 

 

Picudo rojo escarabajo palmeras
Vista al detalle del escarabajo tras la tala de una palmera en O Salnés | GONZALO SALGADO

 

El vuelo de las urracas y un pestilente olor, algunos de los síntomas 

 

Si se conocen los síntomas y se le presta un poco de atención, es posible detectar la enfermedad del picudo en su estado inicial, pero no es lo habitual y cuando el propietario nota algo raro, el árbol puede llevar medio año infectado. 


Un signo de alerta curioso es el notificado por algunos afectados que veían urracas con demasiada frecuencia sobre su corona. No obstante, los más comunes son pérdida de color, agujeros, foliolos decaídos, hojas asimétricas, pérdida de masa vegetal, la parte apical se afila, etc. Pero también hay otros como un pestilente olor.

 

Potentes mandíbulas

Los daños son causados por las larvas del picudo rojo que con sus fuertes mandíbulas se alimentan del tronco haciendo galerías y cavidades. Cuando la plaga se encuentra en la yema apical, que está en la parte inmediatamente superior, la tasa de supervivencia baja más, aún con tratamientos porque se trata del único punto de crecimiento de la palmera, así que su desarrollo se detiene y acaba secándose y muriendo. 


La jefa de la sección de artrópodos y control integrado de la Estación Fitopatolóxica Areeiro de Pontevedra, Rosa Pérez Otero, señala además que las larvas del picudo crean un insano ambiente en el interior, comiendo y defecando continuamente. “Comen moito e teñen un intestino lixeiro, así que defecan moito depositando con iso as bacterias asociados ao seu sistema dixestivo para asimilar os nutrientes. Todo iso podrece e directamente apesta”.  

 

Ascenso al norte gallego

En la provincia de Pontevedra la incidencia ya es generalizada y ahora la plaga se está haciendo más presente hacia el norte Galicia aunque ya había casos antes. Desde luego  el picudo rojo ha venido a quedarse. 

 
  

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