la guerra en Ucrania, el aumento de los precios, ni una nueva victoria del Depor, o el avance de la extrema derecha en Europa fueron capaces de competir con la gran noticia: cuántos pies y por ende piernas, se podían contar en la foto del emérito huido y sus descendientes más conocidos y según algunos cronistas más beneficiados con las tarjetas black regalo del abuelo.
No se extrañen de que el viaje hacia Moncloa de nuestro querido don Alberto circule pasando por el centro los días pares y arrimándose Vox los impares. Alguno de sus barones no entienden nada del mensaje de Feijóo que esperan las elecciones andaluzas para tener, de una puñetera vez, si hay que ir de la mano con Abascal o correr el riesgo de que VOX les “pase por encima”.
En cuanto a la opinión de los españoles en una hipotética candidatura para presidir el gobierno de España, Feijóo es valorado en Cataluña con un suspenso lo mismo que en el País Vasco. Ojo que en el conjunto de todo el Estado figura con menos puntuación que Yolanda Díaz mientras en Madrid –aunque está más valorado que el anterior presidente de los populares– pierde ante Ayuso que ganará el congreso regional a celebrar a finales de Mayo que no tiene ninguna duda en contar con la muchachada de Abascal.
Desde el gobierno, al igual que desde el PSOE, le piden explicaciones sobre su continúa propuesta de bajar los impuestos sin ofrecer otros datos complementarios. Asimismo son muchos los economistas que desaconsejan una bajada de los impuestos aunque algunos piden una revisión del IVA en unos cuantos artículos de primera necesidad. Y no son pocos los que recuerdan su política desde la Xunta en recortar gastos tanto en educación como en sanidad. Al tiempo le recuerdan que teniendo una mayoría holgada en el Parlamento su impacto en la política provincial y local fue nula: diputaciones y los gobiernos de las principales ciudades gallegas están mayoritariamente regidas por sus rivales políticos.
Quienes quieren estos días pasar de perfil son los compañeros de Feijóo en Madrid acosados por el negocio de las mascarillas en plena pandemia. Y es que ni disfrazados pueden negar que la administración madrileña –ayuntamiento y autonomía– abusaron de los contratos a dedo que acabaron en estafas y unas pérdidas millonarias.