Que Vetusta Morla se sienten en el Portamérica como en casa es algo que se nota. Y que añoran, en cierto modo, el recinto de A Carballeira, también. De hecho nombraron a Caldas varias veces. El grupo más esperado del jueves arrancó fuerte a la una menos veinte de la mañana cuando miles de personas (un lleno total en el recinto de la Azucarera) llevaban ya tiempo esperándolos. Era - como anunciaron hace unos meses - una de las últimas ocasiones de verlos en directo antes del parón de una banda que el propio Pucho definió como "necesario para coger aire, oxígeno y seguir". La banda madrileña arrancó con un canto a la libertad con "Puentes" y mentando a Palestina. Le siguieron otros temas que su legión de fans lleva en la carpeta de favoritos de su Spotify como "Golpe maestro" y otros de su último disco, "Figurantes".
No fue hasta la cuarta o quinta canción que Pucho se dirigió al público con un inclusivo "gracias a todos, todas y todes, Caldas". Obvió a Portas, pero a Vetusta Morla en el Portamérica se le perdona todo, porque no se concibe este festival sin la magia que llevan trasmitiendo sobre este escenario cuando todavía eran unos desconocidos en Galicia. "Este es nuestro hogar, nuestra casa", aseguró el cantante.
La actuación fue a más, con una voz que los que los siguen reconocen allá donde van y reivindicando la música en directo. Las letras de Vetusta hablan de empatía, de la colectividad frente al individualismo más voraz y así lo trasmitieron encima del escenario.
"Finisterre" arrancó ya de forma definitiva a las gargantas más tímidas y la banda no defraudó interpretando temas como "Copenhague" o "Sálvese quien pueda" reinventando este último con un "fascistas fuera" en la última frase de la canción. Toda una declaración de intenciones en los tiempos que corren. Valiente, como el título de uno de los temas que también tocaron y que sigue siendo uno de sus éxitos más sonados.
"Los días raros" puso el colofón y cuando el público ya estaba en éxtasis con todos los teléfonos en alto para dejar constancia de un concierto que ya pasará a la historia de los mejores y más multitudinarios del Portamérica. Y con la esperanza de, tras el parón, volver a escucharlos en este mismo escenario.
El recinto de la Azucarera demostró un año más estar a la altura de una cita que mueve a miles de almas a esta pequeña localidad arousana que, en tres días, ve multiplicada su población de forma exponencial. Un festival ya consagrado y que se cuela con creces en la lista de los mejores de Galicia.