La lucha contra el acoso, ya sea por los métodos tradicionales o a través de las redes sociales, cuenta en el IES Armando Cotarelo Valledor con el apoyo de los escolares, hasta tal punto que se ha creado la figura del “alumno ayudante”, el encargado de mediar y generar un clima de confianza en la clase.
Esta es una de las medidas incluidas en el plan integral de vigilancia y prevención del bullying y el ciberbullying que le ha valido el centro el tercer premio del concurso ‘Tolerancia’, que pone en marcha la Xunta de Galicia a través de la Consellería de Educación y al que se presentan colegios de toda Galicia.
A lo largo de todo el curso pasado (también del presente) se pusieron en marcha en el instituto una serie de medidas, explica el director, Ignacio Castro, para “tomar conciencia de lo que es el acoso, no verlo como algo extraño”. Para ello, se proyectaron películas actuales, como ‘Wonder’ o ‘Cobarde’, con la que se trabajaron en clase valores como la empatía y abordó el bullying.
“También se trabaja con casos reales, para ver lo qué sucedió en esa escena, qué errores se cometieron en la gestión del conflicto y cómo se podrían haber evitado”, explica Castro. Sin embargo, es la práctica de los “alumnos ayudantes” la que está dando más satisfacciones al centro. Por muchos motivos, pero primero es por la implicación de los propios jóvenes. En cada clase de 1º a 3º de ESO se escogen dos o tres jóvenes. “Se hace una dinámica en la que se tiene que pensar qué cualidades debería tener una persona para contarle un secreto”, explica Sara Santos, orientadora del Cotarelo. Una vez definidas dichas características, en las que la empatía y la confidencialidad suelen estar siempre presente, los miembros del aula escogen a dos o tres personas que reúnen dichos valores.
“Hay algunos ayudantes que repiten del año pasado, pero el objetivo es llegar a cuántos más alumnos mejor”, explica la orientadora. Y es que estos mediadores reciben, durante dos jornadas, una formación por parte de especialistas ajenos al centro. “Para motivarlos vamos fuera”, apunta Castro. Este año, por ejemplo, fue en O Fogar do Pescador, de Vilaxoán. “Durante dos mañanas se trabaja el tema de la empatía y la escucha activa, la asertividad, los estilos de comunicación”, apunta Santos. Después, tendrán que aplicarlo a lo largo del curso, detectando pequeños conflictos en el aula, dando acogida a los que empiezan el curso ya mediado o siendo el primer paso de la cadena para abordar casos más graves. Cada nivel tiene, también, sus propios tutores y hay una reunión mensual. “A veces nos pasan cosas que pasan fuera del aula, en el patio, o incluso en las redes sociales”.
No romper el secreto es la regla y, solo en los casos más graves y por decisión del profesor, se puede llegar a abrir una investigación individualizada. “Ellos son alumnos, no llevan los casos más graves”, apunta Santos. El objetivo, señala Castro, es “fomentar un grupo de clase cohesionado”. La idea es continuar con este programa para impulsar la prevención del acoso, el sexting y otras prácticas que afectan, de forma integral, a los adolescentes. “Esto es un centro con muchos alumnos y hay de todo, siempre va a haber conflictos”. Pero para su resolución, cuentan ahora con un aliado muy importante, el propio adolescente, que además se dota de herramientas vitales.