En diciembre de 2024 un perfil de Facebook llamado Berta Dopico sacaba a relucir la historia de un hombre con varias condenas por violencia machista a sus espaldas y otras tantas denuncias. Detrás de Berta Dopico (un pseudónimo colectivo) se encuentran al menos 13 mujeres víctimas de un vecino del área de Ferrolterra que a lo largo de las dos últimas décadas ha dejado un reguero de víctimas a sus espaldas. Con cuatro de esas mujeres incluso llegó a tener hijos, aunque no se hizo cargo de ninguno de ellos.
Sus tentáculos no se quedaron en el área de Ferrol –de donde él es natural– sino que llegaron incluso a la comarca de O Salnés. Una arousana es, de hecho, una de esas víctimas que le ha plantado cara al maltrato y que cuenta su historia para que “ninguén volva a caer, para que as mulleres estean alerta” y reclamando una justicia más contundente con aquellos casos reincidentes. Ella sigue esperando por una sentencia que le permita “respirar tranquila”, aunque es consciente de que nunca volverá a ser la misma.
La realidad es que la vida de Carmen (nombre ficticio) cambió por completo en marzo de 2020. Y no por el obligado confinamiento dictado por el Gobierno a raíz de la pandemia del coronavirus, sino porque fue la fecha en la que conoció a Juan (también nombre ficticio). Carmen es sanitaria y, en aquel entonces, vivía con su abuela en una localidad de la Ría de Arousa. “Non podiamos saír e, para desconectar un pouco do traballo e dado que non había moito máis que facer, pasabas o tempo nas redes sociais”, explica la mujer.
Una solicitud de amistad en Facebook fue la puerta de entrada que tuvo Juan, desde Ferrolterra, a su vida. La pesadilla empezaría tiempo después. “Ao principio todo ía moi ben. Falabamos moito, el interesábase por min e a min gustábame que demostrase empatía polo que estaba pasando”, explica la arousana. Fueron meses después cuando, retiradas las restricciones de desplazamiento por parte del Gobierno, Carmen decidió coger su coche e irse un fin de semana a conocer a Juan a su tierra. “Tiña unha casa nunha zona rural, pero pegada á praia. Estivemos moi ben. O que xa me gustara del a través do que falabamos pois gustoume máis en persoa”, recuerda.
Fue cuando empezaron una relación que se limitaba a las conversaciones por wasap y por teléfono y a las visitas que Carmen le hacía los fines de semana. “Sempre que podía eu ía para alá”, apunta. “Había discusións, si. Sobre todo porque el dun momento para outro e por calquera tontería se poñía celoso e á defensiva. Gritábame e botábame da casa ás tres da mañá, pero cando ía xa de volta no coche volvía a chamarme arrepentido, pedindo perdón, dicindo que se equivocara. E eu volvía”, narra. Meses después decidieron de mutuo acuerdo tener un hijo. “No mes de xullo quedeime embarazada”. Antes Juan le había relatado a Carmen que había pasado cinco años en la cárcel de Teixeiro. “Díxome que era por unha ex que se inventara historias e que por culpa dela acabara en prisión”, recuerda. “Eu daquela, agora neste tipo de casos xa non, cría na reinserción. El estaba traballando de xardineiro, estaba no Centro de Inserción Social”, manifiesta. También le dijo que tenía una hija de unos 20 años, pero que el trato tanto con ella como con la madre era “pouco”.
Nada más enterarse de que estaba embarazada Carmen señala que la actitud de Juan con ella cambió por completo. “Volveuse aínda máis celoso. Non podía nin falar con ningún home inda que el estivese diante porque xa a armaba. Ademais empezaron os empurróns, os tiróns de pelo... pero primeiro foi a violencia psicolóxica, despois veu a física”, recuerda. Lamenta que tras la imagen de “encantador que mostraba fóra da casa o que realmente se agochaba era un narcicista violento”.
Un perfil de Facebook que funciona a modo de #metoo para crear redes de apoyo |
Detrás del perfil de Berta Dopico en Facebook se encuentran mujeres que fueron víctimas de este maltratador del área de Ferrolterra. Supera los 200 amigos en esta red social y se creó con el objetivo de habilitar una especie de #metoo que sirva no solo como red de apoyo a las víctimas, sino también para advertir sobre aquellos aspectos del sistema que consideran que deben cambiar en este tipo de casos. Fue precisamente esta red de apoyo –que sacó a la luz Diario de Ferrol el pasado 8 de marzo– la que le dio fuerzas a la última de las víctimas para acudir a los juzgados y denunciar. La cronología de la violencia machista con este hombre como protagonista arrancó en el año 2007 y se prolongó al menos hasta diciembre del año pasado. Esta red ha llegado a 13 mujeres (la arousana de este testimonio es una de ellas), aunque las propias víctimas entienden que podría haber más. El individuo tiene tres juicios pendientes por el mismo tema y cuatro órdenes de alejamiento en vigor. Cifras que no se descarta que sigan creciendo. |
La arousana explica cómo se enteró de que Juan tenía más que una hija. “Estabamos falando dos nomes que nos gustaban. Eu dixen o que me gustaría se fose neno e foi cando el me soltou: no, ese nome xa é o doutro fillo que teño”. Fue cuando Carmen supo que además de la joven de unos 20 años de edad Juan tenía otros dos hijos más, de dos relaciones anteriores distintas. “Ningún deles co seu apelido e con ningún tiña trato”, explica.
Con el trabajo en el área de Arousa Carmen era consciente de que, ahora embarazada, tenía que asentarse con Juan en la comarca. “Meus pais tiñan unha casa que era de meus bisavós e na que non había ninguén. Falei con eles e díxenlles se podiamos ir para alí”, relata. “Nese momento non sabían aínda que estaba embarazada porque eu estaba buscando o momento para dicirllo”, indica. Fue en ese tiempo cuando los padres de Carmen decidieron googlear el nombre del hombre que estaba manteniendo una relación con su hija. “Atoparon varios artigos de prensa que falaban del e puxeron o grito no ceo. Eu, daquela, non lles fixen caso e seguín coa relación”, señala. Una relación que en tierras arousanas no hizo más que empeorar. “El non facía absolutamente nada. Limitábase a tocar a guitarra día e noite, a fumar haxix e, de cando en vez, ía limpar fincas por aí en B. Nin se ocupaba do neno nin de min. Non facía absolutamente nada máis que molestar”, relata.
Ahí Carmen reconoce que la relación con su familia y con su entorno estaba prácticamente rota. “Controlábame o móbil, de feito rompeume tres, non me deixaba falar con ninguén. Manipulábame. Eu tiña unha carga tremenda porque me ocupaba absolutamente de todo e sentíame moi sola. A el todo iso dáballe igual”, matiza.
Fueron sus padres los que interpusieron la primera denuncia. “Escoitaron os gritos e os insultos fóra da casa e decidiron gravalo. Foron á Garda Civil e denunciaron. Na vista oral eu púxenme do lado del e a denuncia non foi arriba”, señala. Ahí reconoce que “ademais de estar totalmente sometida a el, dependente, o que tiña é moito medo polo que lle podía pasar ao neno. Vía moitas cousas e o meu temor é que a pagara con el. Prefería poñerme eu por diante a que a el lle pasara algo”.
Con la situación cada vez más crítica “meus pais botáronos fóra e foi cando decidimos alugar outra casa nun municipio próximo”. Tras la baja de maternidad “collín unha por depresión. Eu estaba mal. Por encima el insistía en acompañarme sempre ao psicólogo e falaba el máis ca min. Estaba claro que quería controlar o que contaba”.
Los ingresos de Carmen no daban para afrontar todos los gastos existentes. “El non aportaba nada, todo ía sobre min”, recuerda la arousana. De ahí que llegasen a situaciones límite de impago de alquiler y a que sobre ellos pesase una orden de desahucio. “Era sumar, sumar, sumar cousas ao que xa tiña encima. Eu non podía máis”, relata.
Fue ahí cuando Carmen llegó al límite. “Decidín botalo da casa. Díxenlle que se fora. Estabamos vivindo xuntos, pero realmente non había comunicación. Deime conta de que estaba no meu entorno e que el aquí non tiña nada, a nadie”, apunta.
Juan se fue, pero la presión sobre Carmen continuó. “Videochamadas constantes, a todas horas, para saber donde estaba e coa excusa de que quería ver ao neno. Facía que se preocupaba e facíame sentir que era eu a mala nai. O que quería é terme controlada”.
En octubre de 2022 la mujer volvió para casa de sus padres y fue entonces cuando decidió iniciar todo el proceso judicial, tanto desde el punto de vista de la custodia del niño como desde el ámbito de los malos tratos. “Púxenme en contacto cunha avogada para que me asesorara en todo o proceso. Denunciei presentando o maior número de probas posibles. En dous meses dictaron dende o xulgado medidas cautelares respecto do neno. A pensión que tiña que pasar pola manutención e a decisión de que non vise ao neno mentres non se resolvese a denuncia por violencia de xénero”. A Juan le interpusieron una orden de alejamiento de 200 metros de ella, que tiene un agente de la Policía Nacional asignado como víctima. “É inevitable ter medo. Dende principios de febreiro non sabemos donde está”, explica.
Dos de las mujeres que tuvieron hijos anteriormente con Juan y que también sufrieron situación de maltrato fueron las que se pusieron en contacto con Carmen y la añadieron al grupo de wasap en el que están varias. “Elas sabían de min e foron as que me contactaron. A raíz daí foi cando, en certo modo, xurdiu esa comunidade e tamén o perfil de Berta Dopico que é a que un pouco nos representa a todas”.
Su intención, además de advertir a otras mujeres de lo que pueden sufrir si se cruzan con este hombre, es la de dar un tirón de orejas al sistema. “Non entendemos como unha persoa con condenas previas, que sabes que reincidiu, que sabes que o vai volver a facer... Como non dictan prisión provisional? Despois que llo desconten dos anos que lle caian de condena”, lamenta la arousana.
Desde el pasado mes de febrero apunta que “non sabemos nada del, nin donde está nin donde se atopa” y asegura que pese a contar con una orden de alejamiento tiene “temor a que apareza en calquera momento, é inevitable”. De ahí que esta especie de #metoo en las redes sirva como guarida y acogida para todas. “Apoiámonos unhas a outras”, concluye.