La exposición fotográfica itinerante “Un migrante na rúa” –fruto de la colaboración entre Square y Migrantes– inicia su andadura en la galería Atlántica; en ella 25 fotógrafos ofrecen su particular versión de la idea genérica que preside el proyecto: Todos somos migrantes y el mundo es nuestra casa. Desde esta óptica de que todos los seres humanos somos peregrinos o viajeros, se abre un amplio abanico temático que va de la vida como camino al cuento de la Cenicienta.
La cámara de Alicia Martínez busca los “Caminos invisibles” que se pierden por las calles de nuestras ciudades; Irene López, con su foto “¡Adelante!”, predica que la vida es un camino lleno de obstáculos a salvar; “¡Camino!” de José Padín incide en esta idea mostrando una solitaria figura de mujer perdida por el sendero de un desolado parque; caminos sin fronteras, caminos de sueños que se pierden en las lontananzas marítimas son los que retrata Pepe Ventureira; “Sin camino” está la joven que contempla el dorado atardecer junto a la barandilla del mar, en foto de Gimena Berenguer; el cuerpo mismo es un paisaje lleno de caminos y aves migratorias en la foto de Belén Canosa. Otros le ponen rostro al drama humano; así Andrés Fernández, en “Despertando sueños”, muestra a un africano pensativo sentado en un noray junto al Naútico; “Esperanza” de Lestonnac Ibáñez recoge a dos jóvenes senegaleses Nicolás Y Zied, ya integrados en España; Chico Mirás, en “Des-en-mascarados” ofrece la tierna escena de dos jóvenes artistas inmigrantes pintándose los rostros para una actuación callejera; la espera o el desconcierto es lo que transmiten los “Mozos” de Elena Pérez-Ardá que, sentados en un banco, miran hacia las lejanías de una ciudad; bajo las arcadas de María Pita, Paco Gallego, fotografía a la pareja de Marcia ( Brasil) e Isaac (Asturias); Xoana Grela dedica a las “Mujeres del mundo” la estampa de dos rumanas que caminan cargadas con bolsas; “Muchacha” de Xosé Luis Alonso y “Anna” de Antía García hablan de la necesidad de ver de cerca; en ello incide “Miradas” de Carlos Durán y el niñito negro en “Sol camino a la Quintana” de Yanina Torres; de darse las Manos habla Kike G. Pérez. Siluetas perdidas entre “Luces” de ciudad ofrece Uxía Saborido; hay “Nidos vacíos” en los árboles de Begoña Bath y “Huellas del mundo” en la Compostela de José Alberto Pedrido; Santiago Ramas en “El viaje de Alma Quing”, retrata una niña con un cohete espacial en la mano, para sugerir que hay viajes más tremendos que los de ir a la luna. Moncho Fuentes nos deja con una “Maleta” frente al infinito y Xavier Martínez ante el zapato de la Cenicienta, en versión egipcia. De líricas lejanías, con presencias que hablan en “Voz baja”, da fe Santiago Rodríguez.
Y todo este perpetuo viajar queda poéticamente resumido en el pequeño pajarillo “Migrante” de César Charlón.