Qué les parece, amables lectores. Los concejales socialistas han denunciado que en las eternas obras de la avenida de La Marina se trabaja de madrugada y, por la misma razón, critican al alcalde Negreira por desobedecer la normativa de ruidos que él mismo aprobó. Pero qué querían ustedes, señores socialistas, que Negreira no tuviese cubiertos los plazos de ejecución de la obra para la fecha concreta de las elecciones municipales. Eso es como pedirle peras al olmo. Negreira cubrirá su dosis de asfaltado así Dios me salve, en el momento oportuno y para colgarse, al menos, una medallita y no quedar a la altura del betún en relación con el gran Paco Vázquez, Y como don Paco llevó a cabo con toda brillantez el Paseo Marítimo que lleva su nombre, el bueno de Negreira ahora intenta colocar un mar de cemento, en el mejor de los casos aderezado con tristes macetas, tipo las instaladas en la “superficie Pétrea” de un portaaviones ya inaugurado en El Parrote. Conste que los afectados por los ruidos de La Marina ya han presentado denuncias en varias ocasiones. Allí no puede dormir ni el Pupas.
Pero qué le importa eso a Negreira con tal de pasar a la posteridad, aunque sea dislocando el mejor frente de paseo que ofrece La Coruña. Negreira pone oídos de mercader y sigue sin cumplir la normativa. O sea, que si Negreira antes ya era mudito, a la hora de defender a su ínclito Julio Flores, ahora es también sordito, al no escuchar las justas reclamaciones y cabreos de los vecinos –¡sufridos vecinos!– de la zona de La Marina. O sea, que los operarios trabajan hasta altas horas de la madrugada para dar cima a tiempo del proyecto, de manera que se cumpla el plazo anunciado.
Hasta en la noche de San Juan el silencio fue interrumpido por el ruido de las máquinas y grúas de la explanada de O Parrote. Y esto sigue igual en La Marina. Quizás es que tenemos lo que nos merecemos.