Todavía resonaban los ecos de ‘Pájaros de barro’, de Manolo García, en el Coliseum y los técnicos ya estaban manos a la obra. ¿El objetivo? Convertir lo que el sábado por la noche era un escenario en una pista de baloncesto de primer nivel. En ocho horas y media lo lograron, con seis horas de margen hasta el partido del Leyma. El recinto se ganó este fin de semana, con creces, el sobrenombre de ‘multiusos’.