Un grupo de vecinas de Castrelo descubrieron ayer los secretos de las plantas silvestres comestibles y se dieron un festín con lo que el ojo inexperto solo ve como maleza. El menú estuvo compuesto por un revuelto de ortigas, un untable de menta, un pesto de ortiga muerta y una tortilla de “lágrimas de virgen” o ajetes. La chef fue Lorena Hernández, que hace un lustro se inició en el conocimiento de las especies adecuadas y sus posibilidades culinarias.
La singular “master class” fue ofrecida por la Asociación Mulleres Rurais As Saíñas de Castrelo como parte de su programación anual de actividades. La propia Hernández es socia e instruyó a sus compañeras en un mundo que a ella la tiene fascinada. “Es verdad que no son deliciosas, es necesario educar el paladar a sabores amargos y de otro tipo a los que no estamos acostumbrados por, entre otras cosas, los potenciadores de sabor que llevan muchos alimentos. Tienen que interesarte nutricionalmente, pero también es cierto que no todas saben mal”, explica la cambadesa. Entre sus preferidas están la capuchina, que tiene una preciosa flor roja y un “sabor picante similar a la rúcula”, o las “lágrimas de virgen”, que “tienen un sabor a ajo súper delicado y en tortilla están muy ricas”.
Y para las que entran peor por la boca, por lo anteriormente dicho, Hernández tiene trucos que ayer compartió, como hacer picadillos con otras más gustosas y elaborar una ensalada como hace ella en su casa con el diente de león y un añadido de pamplina y crujientes hojas de ombligo de Venus –esa especie de sombreritos que nacen en los muros–, o añadirle aliños de contraste como la miel o frutas dulces, etc. Y desde luego, defiende que en cuanto a propiedades siempre merece la pena. “Estamos aburridos de verlas y nunca las vemos como un alimento, pero es muy interesante porque al tratarse de plantas silvestres que nadie cuida, en su desarrollo logran unos principios activos e incluso más nutrientes que las cultivadas y las compradas, que son sometidas a muchos tratamientos”, explica.
De hecho, los propietarios de perros estarán cansados de ver cómo muchas veces sus mascotas comen hierbas cuando salen de paseo, porque, ciertamente, las propiedades medicinales de algunas plantas forman parte del conocimiento humano desde hace siglos. Como ejemplo, Lorena Hernández señala al diente de león, que “es muy amargo, pero es muy depurativo y un gran desintoxicante para el hígado”.
Tampoco es nada nuevo, hay muchos cocineros e incluso de renombre que se han apuntado a recuperar esta ancestral costumbre que ofrece “una gran diversidad e incluso algunas puede sustituir” a las más tradicionales en purés, sopas y guisos de invierno, como la espinaca y la acelga, según recomienda la cambadesa. Eso sí, advierte de la necesidad de tener un mínimo conocimiento porque “también las hay tóxicas” y recomienda empezar por lo más sencillo, como hizo ayer con sus compañeras, con las plantas más reconocibles y difícilmente confundibles con otras que pueden ser perjudiciales, además de evitar cuestiones como las próximas a cultivos intensivos donde es posible que se hayan usado pesticidas.
Espera que alguien más se sume a esta costumbre saludable, pero también reconoce que ella misma no empezó a introducirla en la cocina hasta que asistió a un taller donde hicieron un puré de ortigas. Por eso, su jornada incluyó una parte de elaboración, además de la práctica y una pequeña salida para identificar en primera persona algunos tipos.
Hace seis años que esta socia empezó a formarse con un curso de la UNED, talleres de asociaciones... Y le picó el gusanillo después de cursar agricultura ecológica y descubrir la permacultura, un tipo de diseño agrícola que busca imitar al máximo a la naturaleza para una explotación lo más sostenible y ecológica posible.