El servicio comarcal contra la velutina ha empezado la temporada de caza de las reinas para cortar así el germen de una sucesión de nidos y el nacimiento de un puñado de cientos ejemplares de su estirpe, capaces de engendrar cada una miles de avispas. Ahora es el momento porque es cuando empiezan a despertar de la hibernación y aunque ya hayan formado una colonia, su ausencia la llevará a la muerte.
Los dos operarios que conforman el equipo de la Mancomunidade do Salnés iniciaron la tarea en febrero, pero los fuertes temporales les obligaron a hacer un parón. Ahora la retomarán con más intensidad y tienen previsto instalar unas 2.000 trampas. “Cada ano intentamos poñer un número maior, pero non todas aguantan a tempada porque están en espazos públicos e aínda que as imos repoñendo, sofren danos por circunstancias sobrevidas ou porque sempre hai algún simpático que as rompe”, explica uno de ellos, Isaac Padín.
En la jornada de ayer estuvieron en el Parque Doutor Fleming de Vilagarcía y todos los años siguen la misma rutina para que sea eficaz: las instalan donde previamente hubo actividad y preferiblemente en camelios porque está demostrado que les pirran. Además es una especie que en esta época ya tiene flor y el néctar es el alimento que precisan las reinas para prepararse de cara a fundar un nido embrionario. Para ello, hace tiempo que tienen geolocalizadas las colmenas de las temporadas anteriores y esto facilita también las siguientes fases de su trabajo, que se desarrollan a lo largo de todo el año.
Las trampas son botellas que contienen un sistema para que, una vez dentro, la avispa no salga, y que están llenas de un líquido atrayente industrial, pero el experto señala que es muy sencillo elaborar uno casero, calentando agua, azúcar y un taco de levadura alimentaria de los que hay en el supermercado para que la mezcla fermente. Además, esto refuerza la lucha del servicio público contra el avance de esta especie invasora porque “retirando as raíñas, evitas todo o proceso”, destaca Padín.
El equipo no accede a propiedades privadas y “o problema son os niños que non se ven, os que están en zonas de monte, casas abandonadas ou en concellos limítrofes que non fan trampeo”. Y es que la avispa no entiende de fronteras y además, “cada vez se van adaptando máis e o clima tampouco axuda. A suba das temperaturas xa nestas datas lles favorece”, añade el operario, indicando que la reina despierta de la hibernación cuando deja de hacer frío.
El trampeo se prolongará hasta abril y evitará la proliferación de nidos embrionarios, difíciles de destruir porque los construyen en lugares ocultos, pues “son máis débiles e nesta etapa as raíñas están soas”. Luego, la fundadora marca un punto en ese lugar u otro para que su séquito empiece a construir uno de tipo primario, que tiene un tamaño parecido al de un balón de fútbol, y cuando la colonia ya es demasiado grande, construye el secundario, según el relato de este experto y teniendo en cuenta que hablamos de un ciclo de un año de duración, lo que vive una reina. Con los definitivos, ya no se ocultan en escondrijos, aunque sí eligen zonas muy elevadas, normalmente árboles.
La asiática llegó hace una década a España y como otras especies exóticas, vino para quedarse. El servicio lleva siete años en funcionamiento y la Mancomunidade lo considera fundamental, no solo por la retirada de colmenas en propiedades privadas, sobre todo para mantenerla a raya porque su expansión es brutal. Con cada reina eliminada, se evita un nuevo nido que en otoño puede llegar a emitir otras 300 ejemplares de su linaje y estas a su vez pueden poner hasta 25.000 huevos al año.