Pocas veces –o prácticamente ninguna– visitar Carril es sinónimo de cruzarse en el paseo marítimo con lo más alto de la monarquía española. Sin embargo un importante número de vilagarcianos tuvieron la oportunidad de ver en vivo y en directo a los reyes de España – Felipe VI y Letizia– y a la princesa Leonor a pocos metros de distancia. Fueron ellas las primeras en llegar a la localidad carrilexa justo antes de comer para sentarse en la terraza del conocido y pintoresco restaurante Loxe Mareiro. La reina con unos vaqueros, una blusa blanca y una gabardina que no tuvo que utilizar, pues hacía una temperatura envidiable.
La princesa con el uniforme de la Armada, obligado para el alumnado de la Escuela Naval de Marín en donde estudia. Leonor bebió agua, Letizia optó por degustar un buen albariño. Minutos después se metieron en el interior del local que ha preferido no desvelar lo que las dos monarcas comieron. En el Loxe Mareiro, no obstante, no hay carta. De hecho es un local que funciona con el menú del día, por lo que Leonor y Letizia tuvieron que elegir entre San Martiño con almejas de Carril, Salpicón de pulpo, Mejillones con chorizo y una buena dorada. Para sentarse eligieron una mesa muy próxima a una de las ventanas del local y que ofrece unas espectaculares vistas a la Ría de Arousa (la desembocadura del Ulla) y a la isla de Cortegada, desde siempre la joya de la corona de Carril y, por extensión, de Vilagarcía.
Fue a la hora del café –y no se sabe si para eso o para una comida tardía– cuando se les unió Felipe VI. Alrededor de una hora después los tres abandonaban el restaurante. Fuera los esperaban decenas de personas que destacaron lo “guapísimos que son, especialmente la princesa Leonor, que es altísima, casi tanto como su padre”. Los monarcas demostraron su cercanía y Letizia incluso recogió un díptico de AmarCarril, cuyas mariscadoras la invitaron directamente a conocer su oficio e intercambiaron unas palabras con la reina. Apretones de manos y muchas fotos con móviles marcaron la despedida de los monarcas que optaron por este rincón de la Ría de Arousa (y probablemente por las almejas) para su disfrute.