La Xerencia de Urbanismo acaba de dar el visto bueno al proyecto de reconversión de un bajo en la avenida Rosalía de Castro en cuatro viviendas. La solicitud ya se había presentado hace meses, pero se ha concretado en una de las últimas reuniones de este órgano municipal. Aunque no se sabe el destino para el que serán utilizadas esas viviendas –que deben cumplir con unas determinadas normas marcadas por ley– todo parece indicar que serán para el alquiler turístico, dada su privilegiada ubicación a escasos metros de la playa de A Concha-Compostela.
El año pasado –y según los datos ofrecidos por el Concello– fueron 11 las viviendas nuevas que se crearon con la reconversión de bajos que –por uno u otro motivo– se quedaron sin actividad.
Cabe recordar que en los últimos años se han detectado numerosos cierres en bajos comerciales, de ahí que haya muchos propietarios que –aprovechando una bastante reciente normativa autonómica– hayan apostado por convertirlos en viviendas para poder alquilarlas bien durante todo el año o –fundamentalmente– para los turistas. Una idea que es rentable en la capital arousana teniendo en cuenta que es prácticamente imposible encontrar un alquiler a buen precio y durante todos los meses del año. La tensión de los alquileres turísticos –que ha ido en incremento en los últimos años– ha dejado pocas o nulas posibilidades para los ciudadanos de Vilagarcía a la hora de conseguir una vivienda en alquiler.
Las licencias de obra las debe otorgar el Concello y las nuevas viviendas deben cumplir en todo caso los requisitos de habitabilidad dictados por la Xunta de Galicia en 2010. Y es que –como es sabido– esos espacios fueron inicialmente concebidos para negocios o comercios que, por el motivo que fuese, llevaban vacíos mucho tiempo.
El proyecto de reconversión aprobado ahora para un bajo de Rosalía de Castro no solventará, en todo caso, los citados problemas que hay para conseguir un alquiler en Vilagarcía. La presión sobre el alquiler se detecta sobre todo entre los meses de junio y septiembre y en esos meses las viviendas de uso turístico pueden llegar a alcanzar precios de hasta 1.000 euros la semana. De ahí que la apuesta de muchos propietarios sea esa, al menos hasta que no exista una regulación al respecto.